lunes, 15 de mayo de 2017

Rojo

La cosa fue así hoy.
No fui a los puntos de concentración porque uno tiene que vivir en medio de este caos. No en la burbuja de normalidad de algunos sino en la cotidianidad dura de resolver problemas. Tenía que comprar una llave de paso y me lancé al Recreo temprano. Ya a las 9 am, cuando llegué, estaban apostadas allí las tanquetas.
Cuando tenía la llave en la mano bajé por la Avenida Casanova hasta Chacaito. Allí había un contingente nutrido de PNB pero no había protestas. Encontré un perro deshidratado que me rompió el corazón y seguí a casa, pues había dejado el Maalox y el agua. Tenía que volver. Ya en casa estaba inquieta, no sabía si volver a auxiliar al perro, de algún modo, o lanzarme a Altamira. Mientras dudaba me alcanzó la marcha. Estaban ya en la Autopista y no tuve que pensarlo más. Me metí
Gente, gente y gente. Muchísima gente. Había gente desde el Recreo hasta más allá del CCCT. Había gente en Las Mercedes y en el elevado que da hacia Bello Monte. Había gente con máscaras antigás -cada vez más- y con pañuelos. Resulta que ahora todos nos encapuchamos, ancianos, adultos, hombres, mujeres y hasta niños. Pues si. Porque no hay otra forma de sobrevivir al gas.
El gas.
El gas comenzó pronto: 1.10 pm aproximadamente. La gente ni siquiera había terminado de llegar. No había caminado más de 15 minutos. Pero la gente se daba valor. "¡No corran!" "¡Aguanten!" "¡Cuenten las bombas! y, claro, ¡Resisteeeencia, Resisteeeeencia!" Y, por supuesto:"¿Quienes somos? ¡Venezuela! ¿Qué queremos: ¡LIBERTAD!"
La gente estaba hoy súper resteada. No retrocedía. No se iban a pesar de los gases en la vanguardia. Iban saliendo los muchach@s con los ojos rojos, asfixiados, ciegos por los gases. La gente ayudándose con los sprays y un montón de motos en el borde que, bueno, muy chévere, pero en medio de ese gentío me preocupaba que estorbarán en la huida. Como, efectivamente, pasó.
De pronto, cerca de las 2pm las ballenas comenzaron a moverse. No había pasado nada relevante. Quizás recibieron la orden. Las ballenas arrancaron, los gases arreciaron y la gente empezó a correr. El gas de hoy me pareció mucho más denso cuando estallaba en el pavimento. También sentí que hoy las lacrimógenas volaron más alto, -¿hay forma de saber si le pusieron más potencia a esos rifles o lo que sea que usan para dispararlas?- Y no hubo una estampida porque mucha gente ya es experta: "¡No corran! ¡No corran!" gritábamos algunos.
Yo estaba casi asfixiándome. Muy rápidamente. No tragué gas por tanto tiempo y me asfixié más rápido. Muchos logramos huir encaramándonos por una cerca en una de las calles de El Rosal. Cuando los GNB/PNB pasaron, dispararon contra nosotros. Conté 3 bombas lacrimógenas en una calle ciega donde habíamos cerca de 50-70 personas huyendo del gas. ¡Gracias PNB!
Me ayudaron a saltar para no pisar el cerco de púas. Corrí y entonces escuché el sonido de algo que se me cayó. Miré hacia el piso. Allí estaba mi Salbután -si, soy asmática-. Y apenas lo recogí, lo supe: "¡Mierda! ¡Boté el celular!" Comencé a buscar mi celular rojo con forro negro casi de la II Guerra Mundial. Pero no apareció. Entonces, contra todo buen juicio, pensé: ¡tengo que recuperarlo! Estoy a tiempo.
Ya la gente había terminado de entrar a El Rosal y los que estaban escapando hacia el CCCT iban más adelante. Ya las dos ballenas habían pasado y muchos PNB antimotines también.
Me monté en la Autopista de nuevo. Y contra toda cordura -lo sé- comencé a caminar hacia ellos. Contracorriente. Tuve incluso la osadía de tomarles una foto. Guardé la cámara y seguí buscando mi celular. Les explicaba: "¡Estoy buscando mi celular, estoy buscando mi celular!" Me dejaban seguir.
Hasta que no.
Y entonces ese agente que, por supuesto no se identificó, comenzó a gritarme, a exigirme que abriera mi morral y le mostrara mis pertenencias. Pretendía que las tirara en el pavimento. Le dije que no. Que se las mostraba con todo gusto pero que las iba a colocar en la defensa amarilla. Y abrí el cierre de mi mochila verde.
Lo primero que saltó, desde luego, fue el Maalox y el agua. "¿Y qué hace usted con ese Maalox?" gritó. Como si fuera un delito.
Lo segundo fue el resto de una bomba lacrimógena: "¿Y qué hace usted con esto????" Se indignó. Bueno, me la dispararon el otro día y la guardé, le respondí.
Y entonces, tuve que sacar la cámara: "¡Ahhhh! ¿Usted es Prensa?" Si, contesté sin saber si sería peor. "Muèstreme su identificación".escupió. Se la dí pensando que me la rompería. Pero, justo un segundo después de dársela, extendí una franela roja con la cual protejo mi cámara desde hace mucho tiempo. "Comando Zamora por la espalda y SI por el frente". Me la regalaron en el 2012 creo, en el 23 de Enero, cuando Hugo Chávez fue a votar. Estaba allá trabajando con la Televisión Noruega. No comentó nada.
"Pero si usted es prensa ¿por qué anda así? ¿Sin máscara? como de juguete?" Me encogí de hombros. Me pidió la cédula de identidad. Cuando leyó el nombre me miró inquisitivo. Examinó mi carnet de prensa por todos lados. Jurungó el forro, rojo también, que en letras doradas dice PRESS.
Tenía muchas ganas de detenerme, de seguir gritándome.
Algo lo detuvo. No sé qué fue.
Me devolvió mis documentos y pronunció una amenaza no muy velada, una orden: "¡Váyase, váyase si no quiere pasar más roncha!"
Comencé a caminar desorientada. No sabía por dónde bajarme de la Autopista. Alguien me gritó: "¡Guarimbera! ¡Guarimbera!" Como si fuera un insulto.
No es.
Al final, luego de 15 minutos de PNBs que me miraban con curiosidad y sospecha, salté un muro y caí en El Rosal.
"Justo antes de saltar me encontré un papelito.
¿Saben qué tenía escrito?
El Salmo 91.

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