miércoles, 16 de diciembre de 2009

El otro Presidente

Deliberadamente y haciendo un ejercicio casi zen, tengo por norma no caer en el monotema nacional. Es decir, procuro no hablar del Comandante en Jefe.

Digo mantras, hago ommmmm, cuento hasta 900 al derecho y al revés y, cuando no lo logro, me rocío un poco de agua bendita para espantar a mis demonios.

Hoy no puedo.

Tengo que decir algo.

Chávez en Copenhagen...wao!

Debo confesar que, como me hallaba en plena tercera fase de la elaboración del nacimiento, me tomó un poco desprevenida.

En medio del burrito, las ovejas, los pastorcitos y un montón de escarcha dorada, me dejé llevar por una sensación, -por qué no reconocerlo-, de cierto orgullo nacional. Después de todo y màs allá de cualquier consideración política, ideològica o hasta emocional, un venezolano estaba hablando ante un foro internacional de altìsima relevancia.

Y, mejor aún, estaba siendo escuchado.

Puse a un lado las lucecitas y la pega y me asomé a la televisión para corroborar que estaba leyendo el discurso.

Si. Sin duda, estaba leyendo. Rarísimo.

Y estaba elegantìsimo en un traje que, si no es de Scutaro, es innegablemente de altìsima factura.

Como digo, me tomó totalmente con la guardia baja y algunas partes del discurso, si bien no me gustaron, tampoco me disgustaron. Extrañamente, tuvo una cierta capacidad de sìntesis (supongo que obligada) y algunas de las cosas que leyó tuvieron mucho sentido para mi.

Casi parecìa que sabía de impacto ambiental, de cambio climático, de capa de ozono, de metas del milenio...

Cifras, datos, estadìsticas...7 por ciento de los habitantes del planeta producen 50 pr ciento de las emisiones de gases...50 por ciento de los habitantes del mismo planeta producen apenas 7 por ciento de esas mismas emisiones de gases...

Wao!

Volví a tomar el fieltro azul lleno de nubecitas y estrellas en mis manos y de repente comprendí.

Un fogonazo de sabidurìa popular me hizo despertar del embobamiento mediático del líder de la Revolución y recordé aquello que, insistentemente, me decìa mi Tía Nena refiriéndose a uno de mis tìos más malandros: "ése, ése es luz para la calle y oscuridad para la casa!"

Y entendì todo.

Con traje de firma, corbata roja y estampa impecable; con un discurso corto, leìdo y enfocado en un sòlo tema; sin gritos destemplados en contra de nadie y sin el ceño fruncido y tiránico de sus ademanes militares, ese no es el Presidente que conozco.

El de Copenhagen es un Presidente que sabe de cambio climàtico, que se preocupa por el ambiente, que tiene su casa en orden y que tiene todo el derecho de ir a reclamarle a los paìses ricos sus abusos en contra de los paìses pobres.

El de Copenhagen es un Presidente hasta creyente que menciona la cita bíblica del camello y el ojo de la aguja y el rico que no podrà jamás entrar al Reino de los Cielos

Si yo fuese uno de esos alemanes o daneses que han sido detenidos por la policìa a las afueras de la reuniòn mundial por el cambio climático estarìa absolutamente deslumbrada por esa luz potentìsima que acusa al capitalismo de destruir al planeta. Le creerìa cuando hace suya aquella consigna de "no cambiemos el clima, cambiemos el sistema".

Pero he allì el problema, precisamente allì: soy venezolanìsima. Habito en este magnìfico paìs y sé que apenas traspasa el umbral de la puerta de casa, el Comandante lo que aporta es "oscuridad para la casa". Literalmente, además. (Imposible, por cierto, no pensar que resulta casi cìnica la mención en ese comedido discurso del deslave del Avila y la tragedia de Vargas justo cuando, a 10 años, no se ha implementado ningùn plan que evite un nuevo desastre).

Pero en aras de la conciliación se me ocurre que tengo la soluciòn para el problema.

Es tan sencillo que casi me asombra no haberlo pensado antes.

Si es un asunto de "luz para la calle y oscuridad para la casa" lo ùnico que tenemos que hacer es no dejarlo entrar a la casa. Punto.

Asì no muta hacia la oscuridad.

O sea, la verdad es que a mi el Presidente que dió ese semipulido discurso desde Copenhagen me gusta más, me parece que ese señor podrìa hasta hacerlo bien ....desde luego me convence màs que ese militar gritòn vestido de rojo que pide café y le da òrdenes a un montón de franelas rojas que aplauden y se ríen de cualquier babiecada.

Seguro habrà quién analice muy brillante y exhaustivamente el discurso de Copenhagen. Lo leerè.

Lo ùnico que sé es que casi se me cayó el cielo del nacimiento encima cuando el Comandante de Copenhagen comenzó a parafrasear aquello de "si la naturaleza se opone lucharemos contra ella"..y es que me aterró el contrasentido, pero, peor aún, me trajo malos recuerdos de cuando la pronunció por aquellos dias de deslave.


El nacimiento? Tendrà que esperar a que esté de humor para la cuarta fase. Primero debo recuperarme de los efectos que dejò en mi ese Manual del Cinismo leìdo por el otro Presidente desde Copenhagen.

domingo, 13 de diciembre de 2009

ESE DEMENTE QUE TENGO ENFRENTE

Por primera vez en bastante tiempo estoy TOTALMENTE de acuerdo con una decisiòn gubernamental. El Gobierno Revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela tiene razón: Franklin Brito está loco!

No sé si estaba loco antes de comenzar su huelga de hambre hace más de 5 meses. La verdad, no lo sé. Me perdí el comienzo de esta historia. La primera vez que lo vi en televisiòn pensé que era un hare krishna. Parecía estar sentado en posiciòn de flor de loto con el torso desnudo. Tenía una mirada de iluminado que asustaba y no paraba de hablar de un montòn de temas técnicos y jurìdicos que no logré entender. Allì atisbé un asomo de insanìa mental. El que se asoma imponente cuando alguien està tan determinado a lograr un objetivo que ya no tiene nada que perder: El punto de no retorno.

Aún así, creo que no fue en todos esos meses cuando enloqueció, ni siquiera cuando le arrebataron sus tierras con toda la tradición legal y la titularidad que se remonta al siglo XIX o cuando su condición fisiológica se deterioró a niveles tan preocupantes que el INTI, a riesgo de que se diese en el paìs la primera muerte por huelga de hambre, se desperezó y se apuró a hacer promesas de medianoche de devolverle su patrimonio.

No.

Creo que Franklin Brito enloqueció cuando, tal vez por un microsegundo, se dignó a creer en la promesa de Cilia Flores y del INTI. Allí si perdió la cordura por completo -así fuera por un brevìsimo instante-. La recobró casi de inmediato cuando, tras leer el comunicado de prensa, sin valor legal alguno, se enteró de que el INTI no pensaba honrar su palabra de restituirle sus bienes.

Pero ya el daño estaba hecho, Brito había perdido la sanidad mental y eso demostró que es candidato perfecto para un estudio psiquiátrico en el Hospital Militar pues nadie, en su sano juicio, pone en riesgo su salud y la imagen de todo un gobierno socialista, a las puertas de la OEA, pensando que tiene ese derecho.

Còmo, si no, podrìa explicarse, no la temeraria testarudez de no ingerir alimentos, ni sueros, ni agua, sino su osadìa, rayana en la locura, de creer que tenìa derecho a ejercer su soberanìa personal en ejercicio de sus derechos humanos, civiles y polìticos.

Asì que, si, es razonable, ético y justificable llevarse a Franklin Brito en una camilla de manera violenta y llevarlo a revisión psiquiátrica para que ya su testaruda soberanía personal no pueda, por ley, seguir rehusándose a recibir tratamiento mèdico y alimentos.

El Gobierno Revolucionario de la Repùblica Bolivariana de Venezuela tiene razón: pretender ejercer el derecho a la soberanía personal, a la protesta contra el atropello, a cualquier tipo de reivindicación, es una verdadera locura. No es tolerable.

Lo que no sabía Franklin Brito era que le estaba abriendo al gobierno la posibilidad de hacer su aporte a la Psiquiatria, tal como, en su momento, lo han hecho los regìmenes chinos, soviéticos o alemanes, por decir algo. En una entrevista realizada a Natalia Gorbanevskaya, fundadora y editora jefe de la publicaciòn clandestina Chronicle of Current Events, quien pasò encerrada en el Hospital Mental Especializado de Kazàn de 1969 a 1972, Anna Politkovskaya registra: "Ya tenìan decidido diagnosticarme esquizofrenia. Habìan recibido òrdenes del KGB de enviarme a un hospital psiquiàtrico especializado para someterme a tratamiento obligatorio....Los psiquiatras opinaban que tener mis propias ideas, en vez de basarme en otras ajenas, significaba que debìa ser declarada loca". Politkovskaya asegura en "La rusia de Putin" que èste fue uno de los primeros casos de "represiòn psiquiàtrica" contra disidentes del règimen soviètico.

A lo mejor Franklin Brito tendrà tambièn ese dudoso honor. El honor de abrirle los ojos al gobierno ante el camino a seguir: todo aquel que diga que hay corrupciòn en la èlite bolivariana, que hay màs de un sicariato diario en Venezuela, que PDVSA tiene màs accidentes industriales que nunca o que no le gusta la fisonomìa del Comandante y se le ocurra gritar con fastidio: "ya no soporto ese demente que tengo enfrente!" està innegablemente LOCO!

Que empiecen a construir los psiquiàtricos, entonces, porque lo que viene es delirio colectiva y total!

jueves, 5 de noviembre de 2009

VOY POR TI, ASTRID CAROLINA!

Hace un par de dìas un amigo publicò en su muro de Facebook una frase que me paralizò. No sè por què. A fin de cuentas no es que nunca la haya escuchado. De hecho, hasta la he pronunciado. Pero cuando leì: "aqui voy, sin complejos" todas mis alarmas se dispararon

No sè si es un tema de edad o què. Claro, innegablemente, la liberaciòn y desparpajo que se produce cuando uno arriba a los 40, influye. Se da, entonces, (para decirlo con un falsìsimo tono acadèmico) un proceso de autoaceptaciòn y autoconocimiento que produce un verdadero estado de serenidad y armonìa.

(Aqui, si mis conocimientos tecnològico-internàuticos me lo permitiesen habrìa que insertar una sonora y sarcàstica carcajada de duda. Imagìnensela. Ya yo la estoy escuchando).

Pero, en mi caso al menos, no es que a uno se le acaban los complejos y comienza a aceptarse tal y còmo es. No. En absoluto. Todo lo contrario. Creo que a mi me quitan mis complejos y no soy nadie. Muchas veces mis complejos me han librado de hacer el màs absoluto ridìculo.

Claro, no siempre. Recuerdo perfectamente aquella vez en la cual alguien inoculò en mi la absurda idea de que podìa competir en un concurso de madrinas con Astrid Carolina Herrera que, posteriormente, serìa Miss Mundo o Miss algo. Y nada màs y nada menos que en la Academia Militar! Si. Vergonzoso. Debì haber escuchado a mis complejos que me gritaban justo antes de desfilar por aquella improvisada pasarela. No lo hice y quedè marcada de por vida!

Y es que la verdad es que los complejos suelen ser algo bastante razonable. Digamos, uno se ve al espejo todos los dìas y sabe cuàles son sus puntos fuertes y cuales son màs bien negros. Durante años no usè colas de caballo a causa de mis orejas. Herencia paterna. Hasta tenìa un amigo muy querido que me llamaba Orejita. Un buen dìa decidì ponerle fin a esa situaciòn y me sometì a una fabulosa cirugìa plàstica para corregir el terrible defecto. Luego de un mes -o algo màs- de usar un turbante de gasa, descubrì que mis orejas eran màs tercas que yo y que, si bien una habìa cedido, la otra seguìa indomable e impertinente asomàndose al màximo por entre mis cabellos. Bueno, no me quedò màs remedio que abrazar mi complejo como quien da un abrazo de Año Nuevo y asumir que cada vez que uso cola parece que fuese a despegar del suelo...

Ni hablar de la obsesiòn que se posesionò de mi cuando todas las mujeres a mi alrededor comenzaron a aumentarse los senos. Empecè a ver los mìos casi con làstima. Visitè a un par de mèdicos y tuve el dinero en la mano. Me preguntè si la sensibilidad desaparecerìa o si quedarìan cicatrices. Vi màs senos en unos meses que la mayorìa de mis amigos y a todas las operadas les pedì que se levantaran la camisa y me mostraran su recièn adquirida belleza en hidrogel o silicona. Hice una investigaciòn sobre cirujanos plàsticos que hasta hubiera podido publicar...Sin embargo, una variedad de circunstancias se confabularon para que no me transformase en Pamela Anderson y todavìa hoy tengo el complejo. A ese lo acaricio cuando veo en la televisiòn a todas las valientes que ya se han operado.

Eso sin hablar del que se apoderò de mi la primera vez que me dijeron señora. Casi le pego con las bolsas al imberbe muchachito que deshizo para siempre mi ilusiòn de eterna adolescente.

Y ni què decir de complejos un poco màs profundos. Esos que me han impedido llegar màs lejos de dònde estoy o que, precisamente, me han traìdo exactamente hasta este punto. Como el que me hace sentir que ningùn esfuerzo o logro es suficiente porque en la familia en la que nacì ni ganando el Nobel dos veces eres lo suficientemente arrecho.

De veras, no serìa nadie sin mis complejos, les he tomado cariño y los tengo clasificados a todos primorosamente en diferentes frasquitos con etiquetas de colores. Asi, cual si fuesen pocimas de algùn viejo boticario, me los autoprescribo cada vez que me enfrento a alguna nueva situaciòn.

Por supuesto que hay dìas en los cuales salgo tan de prisa que no me da chance de abrir ningùn frasquito y entonces si, salgo al mundo desnuda y sin complejos. Esos dìas no hay quien me detenga y hasta se me ocurre preguntarle a algùn desconocido si ha visto por ahì a Astrid Carolina Herrera para invitarla a un nuevo duelo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Karim no conoce a Obama

Seis euros en el bolsillo, doce anos y una guerra que abandonar.

A Karim lo encontraron a punto de abordar un tren en Torino. Jovencisimo. Aterrorizado. "En casa no tengo a nadie. Mi familia està muerta".

No es el primero, ni serà el ùltimo. Ninos que huyen de la guerra, de cualquier guerra. Desplazados de su infancia, abandonados a una suerte incierta. "Aqui estoy de paso. Quiero llegar a Inglaterra. Ninguno me espera pero me las arreglaré. Me han dicho que en Londres hay muchos afghanos"

Karim llegò desde Grecia en un camiòn y en la parada de Limone Piamonte lo detectò la policia de fronteras a punto de abordar el tren Torino-Bologna. Le dieron de beber, de comer y quizàs ahora lo acojan en Italia. Una Italia que con Karim se muestra compasiva pero que, "con la faccia feroce", se niega tercamente a aceptar las diferencias. Una Italia que, por ejemplo, rechaza una ley a favor de la comunidad gay despenalizando, de facto, los ataques homofòbicos que, apenas el lunes en la noche, dejaron desangràndose a dos chicos en Roma. Culpables de ser gay, de ser diferentes. Violencia homofòbica cotidiana y, aùn asi, una Italia que es mucho mejor que el horror dejado en casa.


Y mientras Karim se armaba de valor para abandonar todos sus territorios conocidos, mientras se llenaba de coraje para abordar un tren y dejarlo todo, Barack Obama,- que enviò ya un refuerzo de 13 mil soldados a Afghanistàn como revelò el Washington Post hace algunos dias-, recibia el Premio Nobel de la Paz.

Supongo que Karim ni siquiera se enterò.

jueves, 1 de octubre de 2009

Album

¿De qué están hechos los recuerdos?

Anoche me asaltó esa interrogante. Qué sustancia contiene en mi memoria todos aquellos recortes de chocolates savoy que mi mamá portaba al carro para delicia de mi hermano y yo? De qué está hecha aquella tarde en un parque de Santa Paula cuando mi primer amor no alcanzaba a comprender lo sola que me sentía? Qué continúa sosteniendo en mi mente aquellas tardes de pesca con mi tío Rafa y mi mamá en las que yo simplemente observaba a los cangrejos perderse entre las piedras?

Me gustaría saberlo. Hay días en las cuales el equilibrio bioquímico de cualquiera que sea esa sustancia se me altera y olvido todo de golpe. Otros, es más bien lo contrario, entonces comienzo a recordar cosas insólitas. Recuerdos nuevecitos que, por nuevos, me parecieran ser ajenos, totalmente de otra persona. Y muchas otras veces, casi me gustaría comprar uno que otro recuerdo usado. Son esas tardes en las que ninguno de mis recuerdos me satisface, en las que pareciera que todo lo que hecho, vivido o pensado ha sido en vano, ha sido futil o inútil.

Hoy, sin embargo, no necesito ir a esa suerte de mercado de los recuerdos porque hoy, por ejemplo, me acuerdo de la primera vez que vi a Plácido Garrido en la 104,5 FM. Con su bigote legendario y sus pequeñisimos ojos azules me miró con cierta displicencia. Nos caímos bien de inmediato. Fue asi como, entre avances y noticieros, llegamos a la conclusión de que seríamos amigos. Es curiosos como se archivan los recuerdos en la memoria de cada quien. Para algunas personas basta con una palabra: Plácido = "ácido". Su aire socarrón y su fingida indiferencia se traducían para mi en "ácido". Y así, aprovechando su agudeza e ironía y mi tiempo libre entre noticias, comenzamos a sistematizar su "acido" de las mañanas. recuerdo, además, sus 27 experiencias psicodélicas y su rechazo a lo no estructurado. Si, curiosamente, al Plácido que conocí no le gustaban demasiado las sorpresas. Aún así, tenía una irreverencia innata que le hacía reirse a placer de cuánta locura se me ocurría escribirle para sus microavances matutinos. Salía de la cabina con los ojos brillantes y con una sonrisa malévola apenas contenida.

Y aquel recuerdo abre la puerta a una avalancha de tantos otros contenidos no bajo la palabra "ácido" sino bajo la categoría "la radio", porque para mi la 104,5 FM seguirá siempre siendo "la radio" a pesar de que he trabajado en muchas otras. En aquel submarino se quedaron Joffre Maestracci, el Chino Gamboa, Eli Bravo, Unai Amenabar, María Isabel Párraga, María Belén Hernández, Porfirio Torres y muchos más y un montón de trasnochos por la guerra en el Golfo, tras la invasión de Kuwait, y un montón de viernes montando Enclave con Julio Mota. Vaya si hay sustancia en ese submarino!

Lo raro es que no los tengo agrupados bajo "submarino" sino bajo "la radio". ¿Por qué será?

De verdad me gustaría saber que sustancia contiene esos recuerdos intactos en mi memoria. Tan indemnes a los efectos del tiempo que no puedo evitar sonreir cuando se destapan.

Y, paradójicamente, hay noches, fiestas, personas, situaciones que no recuerdo en absoluto. Afortunadamente tengo una suerte de memoria extendida en mis mejores amigos que, casi invariablemente, me preguntan con tono casi desesperado: ¿pero de verdad no te acuerdas? No, no me acuerdo. Será que tengo aquella sustancia mal repartida.

Hay recuerdos que se desencadenan con canciones, otros con olores, otros simplemente me asaltan al secuchar una voz o al mirar al horizonte. No se que los contiene ni de que están hechos. Sólo sé que para mi los recuerdos son una prueba irrefutable de lo relativos que pueden ser el tiempo, la distancia y la muerte, pues aún recuerdo a Luis Alfredo y sus fabulosas tortas que vendíamos en el Mercado de los Corotos del Autocine de Los Naranjos. Esas que invariablemente salvaban la patria a la hora de las cuentas. Lo recuerdo como si fuese ayer y él también se fue hace ya demasiado tiempo.

Por supuesto que también tengo mi cuota de malos recuerdos. Sin duda. Esos no quiero borrarlos, pero hablaremos de ellos otro día. Quién sabe, a lo mejor están hechos de una sustancia diferente de los que me hacen sonreir o conmoverme...

Pienso, sin duda, que lo que hace única a una persona es su manera de percibir sus experiencias y su entorno y la traducción que hacia afuera hace de ello. El album de recuerdos que cada quien hace de su tránsito por la vida es una prueba de ello.

viernes, 28 de agosto de 2009

POLICIAS Y LADRONES

Me encantan esas historias en las cuales una persona asume una falsa identidad. O la identidad de otro. Marina Baura en La Usurpadora em enseñò cuàn divertido puede ser jugar a ser otro. Asi que toda la idea de ataviarme con las maneras, los atuendos y los valores de otro francamente me fascina.

Por ende, esta mañana cuando escuché en la radio la historia de un falso carabiniero recién capturado, no pude menos que sentir una cierta complicidad y admiraciòn por aquel hombre con dos mujeres que para poder mantener esa doble vida amorosa usaba una identidad de falso uniformado.

Lo mejor de todo fue lo que, con tono divertido, comentaba el locutor: él no ponia su foto en el carnet de carabiniero sino la de un actor famoso de los 70's. El hombre sacaba el carnet y aseguraba irse en misiòn por varios dias. Me preguntò si la esposa, simplemente, habia optado por hacerse la tonta y amaba a su mitomano infiel sin mayores conflictos.

En ese caso, los carabinieri reales le robaron su historia de amor. Le estropearon su fachada de mujer estupida que cree que la foto de un actor famoso, aunque sea de lejos, es la cara de su marido, ese mismo hombre con el cual se despierta todos los dias. Ahora el hombre sabe que ella sabe.

Ni que decir de la amante, que le seguia el juego amorosa cuando "il carabiniero" queria jugar a Mission Imposible y se disfrazaba de espia pero no llegaba ni a Superagente 86.

Apuesto que, si los carabinieri estuviesen comandados por una mujer, esta hubiese sido lo suficientemente sensible como para dejarle al pobre hombre su carnet. Solamente por solidaridad con aquellas dos mujeres. Sabiendo todo lo que las mujeres hacemos por ellos.

Sin ànimo de entrar en esa postura sexista y reduccionista de la guerra de los gèneros debo decir que, a veces, los hombres saben muy poco sobre la mente femenina...

Y, ademàs, es, ciertamente, muy dificil distinguir entre policias y ladrones.

Si tuviese alguna influencia en el caso pediria que le devuelvan su carnet de carabiniero a aquel hombre y lo dejen jugar en paz.

Lo pediria, sobre todo, por mis dos colegas de género :) a quienes la vida amorosa y sexual se les acaba de ir francamente a pique.

miércoles, 12 de agosto de 2009

MOMENTOS DE MISA ESLOVENA

El domingo pasado era San Lorenzo en Brestovica. Patrón del "paese". Misa, procesión y fiesta.

En un afán por comprender lo que me rodea me fui a la misa. La iglesia es pequeña. Sencilla. Fue restaurada hace un año. Al fondo San Lorenzo presidía el retablo y las señoras del pueblo se habían puesto sus galas para participar en el ritual.

Una vez en la misa, en medio de un calor que hasta un caribeño resiente, observo a la señora que se ha pintado el cabello de rosa (nunca falta) y la otra viejecita con pañuelo de flores que suda copiosamente o la vecina, la Señora María, que analiza todo con sus pequeñisimos, pero inquisidores, ojos de pájaro. Hay un bebè que asemeja un querubin, està inquieto, y los hombres no lucen demasiado interesados.

Comienza el sermòn a cargo de un fray ex-drogadicto que se sabia todos los santos de cada dia del año ya a los cuatro años.

Obviamente, no entiendo nada. Niente. Rien. Not a thing.

Asi que me concentro en sus inflexiones, en su sonrisa, en sus manos y en la sotana que, de un rojo intenso, pareciera tener una hoz y un martillo como me ha susurrado alguien al oido.

Es demasiado absurda y demasiado divertida la situación. Casi me da un ataque de risa. Me muerdo los labios y enfoco mi atención en las reacciones de la feligresía.

Nada.

Nadie es bondadoso al punto de brindarme alguna clave de por donde va la misa, de donde esta el Padre Nuestro. Ni siquiera reconozco el amén.

Y empieza el coro.

Un grupo de señoras muy entusiastas que, al mando de un señor de faz muy sonrosada, comienzan a aullar lo que supongo ha de ser una canción religiosa. La iglesia se demasiado pequeña y el estruendo es de decibeles IN-SO-POR-TA-BLES. No dejo de pensar que si Simon Cowell (el de American Idol) estuviese acá hubiese corrido despavorido.

Me muerdo los labios de nuevo. Ahi viene la risa. No puedo.

No dejo de recordar la escena de una película cuyo nombre se me escapa donde un coro griego divertidísimo enfatiza todas las situaciones por venir..

Veo al sagrado Corazón de Jesús y comienzo a dialogar (mentalmente, claro) con él y en un punto le pregunto: "Supongo que no esperarás que te hable en esloveno. Supongo que hablas español. O no?" No me responde y me queda la duda: será que Jesús en Rusia habla ruso y en China habla chino y...Dios...estoy desvariando totalmente. Ese es el efecto que me hace la misa en esloveno.

Cuando comienza la fila para acercarse al altar, pienso que van a tomar la ostia y recibir la bendición. La comunión, pues. No. Craso error. Es la cola para que, aquellos que pueden, den sus donaciones al Santo.

En ese momento decido que ni siquiera los puntos claves y repetitivos del ritual me salvarán de esta incomprensión absoluta. Me siento como una mezcla de un personaje de Woody Allen y de Mr. Bean y decido salir.

Aire.

Y es que hay períodos asì.

Momentos de misa eslovena.

Momentos en los que no entiendo nada en mi vida.

Y, por más que hago el esfuerzo, no logro salir del aturdimiento.

Teóricamente, uno sólo debe dejarse fluir y escuchar al corazón. Creo que el mío está un poco disfónico por estos días... supongo que podría aprender a rezar en esloveno.

Esperaré a ver si alguien me ofrece la ostia o buscaré algún pozo de agua bendita eslovena.

Amén.

viernes, 31 de julio de 2009

LA CULPA ES DE OSMEL

Ultimamente me siento francamente fea. Gorda. Fuera de forma. Fea, pues. Me salva que todavìa, en un alguna esquina de mi cerebro y de mi cuerpo, aùn me siento sexy y femenina. Pero, la verdad es que me siento fea con F de ferocidad.

A pesar de este estado de animo que, lo juro, no està en mi mente, sino màs bien bastante instalado en mis ahora demasiado generosas curvas, camino impunemente por las calles de Trieste. Eso me hace sentir aùn peor. Estas mujeres son absolutamente gloriosas. Bellisimas. Bronceadas. Longilineas. Sensuales. Con caras extrañamente bellas y armoniosas y cuerpos casi etèreos. Atlèticas. De mala ostia, si, pero ese es casi un detalle superfluo.

Y aqui estoy yo, osando caminar por este Olimpo para hombres (y mujeres, por què no?) con mi muy terrena presencia. Con mi Caribe hacièndose sentir en mis movimientos y mis maneras un tanto demasiado voluptuosas, preguntàndome, quièn le diò permiso a Osmel Sousa y a Joaquin Riviera de convencernos, a todas las venezolanas, de que somos las mujeres màs bellas del globo? Què mito tan absurdo!

Partiendo de una premisa falsa hemos construido una autoestima que alimenta la industria estètica nacional pero que tambièn nos ayuda a sobrevivir en ambientes tan hostiles como en el que ahora me encuentro: demasiada belleza junta puede provocar una subida de envidia intolerable hasta para el màs malèvolo de los seres.

Y es que no tengo ningùn problema en reconocerlo. Ademàs de feìsima, estoy envidiosìsima. Celosa. ¿Còmo rayos se puede ser tan bonito? Es una injusticia divina desde luego, porque la loterìa genètica es obra de Dios y sus caprichos.

Y la verdad es que no me consuela aquella tesis de que la belleza està en los ojos de quien la mira o que la belleza es relativa o que hay muchos tipos de belleza o que sè yo. No estoy hablando de sensualidad, ni de sex appeal. Sè que tengo abundantemente de los dos. Afortunadamente. Hablo de belleza clàsica, de simetrìas, de cualidades casi celestiales que nos separan a las comunes mortales de las Diosas.

No sè si estas mujeres que caminan por Trieste son Diosas, pero, desde luego, yo me siento cada vez màs mortal.

Cuando regrese necesitarè terapia. Pero ni me preocupo: le mandarè la factura a Osmel.

LA PANTERA ROSA VIVE EN TRIESTE














































CONFIESO: SOY UNA DELINCUENTE



Un poco de transgresiòn, un mucho de ilegalidad y un toque de audacia suicida han sido ingredientes bàsicos en mi fòrmula de vida. Sin ellos y sin un montòn de amigos disfuncionales, bizarros y, hasta poco aconsejables, me resultarìa bastante aburrido el acto de levantarme diariamente a transitar por el espacio y el tiempo que me tocan.


Y para una persona tan obsesiva con decir y saber la verdad esta cualidad un tanto delincuencial es todo un logro. Fàcilmente hubiera podido decantarme por el fanatismo religioso neoevangelista, crear alguna secta de culto "al hombre que jamàs mintiò" o perderme como anacoreta en alguna cueva de Petra o de Mèrida.


Sin embargo, pesò el individualismo del outcast, esa tendencia de Llanero Solitario sin su Indio Lobo que, combinada con ese àpice de tendencia a la criminalidad que corre por mis venas y pervive en mi historia genètica, determinò que me gusta, me encanta, esa caminata por el wild, wild side. Un poquito eso que los italianos llaman la Zingaratta.


Asì que, cuando el gobierno de la Repùblica Bolivariana de Venezuela decide que todos los periodistas estaremos bajo sospecha y que cualquier cosa que opinemos, digamos, expresemos e, incluso, pensemos, puede ser considerada un delito mediàtico, yo casi tengo un orgasmo.


ME ENCANTA. Bring it on! Vamos a divertirnos. Yo ya soy una delincuente!


Pero, eso si, si nos van a sancionar a todos por pensar, escribir, entrevistar, publicar, expresar, disentir, criticar, debatir y disertar, entonces, o preparan un montòn de capsulitas de cianuro para el suicidio colectivo de las mentes libres del paìs o comienzan por sancionar todos los delitos reales que se han cometido en contra de la naciòn, la democracia, el patrimonio pùblico y el territorio nacional en los ùltimos diez años. La lista es larga.


Mientras tanto, pasemos a mi pròximo crimen.

lunes, 13 de julio de 2009

Otra vida

Básicamente, solo quiero dejar testimonio de lo que descubri recientemente: es posible otra vida!

No hablo de la vida extraterrestre. Ni de la doble vida de las parejas infieles. Ni la de los conspiradores. Ni siquiera de la de los adictos. No.

Hablo de lo asombroso que puede resultar descubrir que la vida es mucho mas que un presidente omnipresente amenazando cada centímetro de libertad y un canal de television que se olvida de que, más allá de la diatriba politica, existe un pais real, una naciñn.

Puede que mi percepcion sea erronea, pero, por lo pronto, al menos, quiero vivir la ilusión de que tener otra vida es posible. Los eslovenos me están enseñando eso.

Apagar a Globovision y la Revolucion Bolivariana por un rato ha sido una de las decisiones más acertadas que he tomado en el periodo reciente. Lo digo sin soberbia. Despues de todo, no hay nada de inteligente en tardarme más de diez años en hacerlo.

Un poco de egoismo, Lo admito. Pero no me arrepiento.

sábado, 6 de junio de 2009

Yo tambièn quiero conspirar

Para mi, conspiraciòn, tiene nombre de mujer y se llama Pierina España.


La hoy proscrita y relegada a los canales por suscripciòn, RCTV, me lavò el cerebro inoculàndome toda suerte de valores capitalistas, consumistas, prodemocràticos y hasta racistas. No lo niego. (¿Quièn puede olvidar a Miguel Angel Landa llenito de betùn interpretando al Pobre Negro de Ròmulo Gallegos? Era tan antiestètico y absurdo que creo que me volvì racista de golpe).


Pero mientras Venevisiòn me embrutecía con aquel amor eterno entre Lupita Ferrer y Josè Bardina, (que siempre se amaban, imposiblemente claro, cualquiera fuera la historia que decidiese escribir Delia Fiallo), en RCTV me enseñaban que Pierina España podìa sublevarse para defender a su padre de la Seguridad Nacional de Marcos Pèrez Jimènez y tener, simultáneamente, una vida amorosa al involucrarse con Èl Guàcharo, que no podìa ser otro que Josè Luis Rodrìguez.

Como eso sucediò a muy temprana edad, para mi conspirar se volviò una posibilidad perfectamente accesible, a mano, cercana. ES una de las bases de mi imaginario personal.


Sin embargo, en estos tiempos de conspiración mediática y luego de haber conocido unos cuantos guerrilleros en activo y jubilados, empiezo a preguntarme por què, a estas alturas, a nadie se le ha ocurrido todavìa invitarme a conspirar. Soy periodista, por ende proclive a la subversión de acuerdo a los còdigos actuales. Soy discreta, creo. Y además tengo vasta experiencia en supervivencia a la violencia en la calle. No sé hacer bombas, ese es un handycap sin duda, pero me siento muy cómoda entre encapuchados y pasamontañas.
Mi teoría es que mi "capital relacional" no es el adecuado y que si quiero que alguien me invite a conspirar seriamente (o aunque sea de vacilón) debo cambiar de círculo social con urgencia (y eso que yo me muevo, más bien, en un hexágono social cada vez más amorfo).
No sé. Mi idea es que este post se transforme en una suerte de mensaje en una botella en el mar cibernáutico y alguien encuentre este SOS QUIERO CONSPIRAR!
O , si no, que algùn amigo generoso me ponga en contacto con las cabezas de esa subversión de la cual tanto se habla en el alto gobierno.
Lo dicho: ahí les va mi botella. Quiero conspirar!

lunes, 18 de mayo de 2009

No le digo adiòs

Cuando muere un poeta se apaga una estrella. Una luz que te guìa hacia la locura y la belleza.

Cuando muere un poeta se apaga un rebelde. Y gana la cordura y el status quo.

Cuando muere un poeta siento como si mi corazòn se encogiese, porque ese poeta lo habìa convencido de que no tenìa limites, le habìa enseñado que era un gigante.

Cuando muere un poeta la gente se entera de lo invalorable y trascendente que era su presencia.

Cuando muere un poeta los bichos raros perdemos un compañero de juegos.

Pero, cuando muere Benedetti siento que muriò un amigo ìntimo, el màs querido...

Se fue en busqueda de Cortazar y quizàs allà, donde estèn, creen algùn Club de locos.

Y quien sabe, tal vez el azùcar la ponga Celia...

Es tràgico cuando muere un poeta y lo ùnico que alivia es hacer el inventario de todos los regalos que te dejò, simplemente, por el hecho de estar vivo y no traicionarse a sì mismo.

No le digo adiòs a ese amigo: èl se quedò conmigo.

viernes, 1 de mayo de 2009

Contrastes


La tensiòn comienza en el Metro. Entre Chacaìto y Plaza Venezuela todo bien. Pero al intentar descender del vagòn, unas seis personas pro-oficialismo bloquean, discreta pero firmemente, la entrada creando una situaciòn casi de estampida entre quienes deseamos incorporarnos a la marcha del 1º de mayo. Allì intuyo que lo que viene es joropo y yo sin alpargatas...


Lo primero que llama mi atenciòn es el impresionante despliegue de Policìa Metropolitana y Guardia Nacional...Y, tambièn, como hemos llegado tarde, tengo la sensaciòn de que todos se han ido de puente y que la marcha es incipiente. Me equivoco: estamos en la cola, al final del tumulto.


Mi hermano y yo comenzamos a avanzar. Nos perdemos la primera vez, casi enseguida. Mi hermano no sabe acatar òrdenes. "Quedate aqui"le digo. No, èl se va detràs del camioncito de la mùsica mientras yo le tomo fotos a los guardias-nacionales...¿Resultado? Tengo que correr para alcanzarlo, està tres camiones màs allà..."Chamo, primera regla, si yo voy a tomar fotos tù te quedas quieto, si no, nos perdemos, ok?" "OK!".


Empezamos a avanzar entre las pancartas y las multicolores banderas de Acciòn Democràtica, Copei, Podemos, Visiòn Emergente, Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo Pueblo y el fabuloso sentido del humor venezolano...Aceleramos y serpenteando entre la gente, como quien se encuentra en la olla del Poliedro de Caracas y quiere tocar a Freddy Mercury o Liam Gallagher, logramos llegar a la mitad de la marcha y luego a la punta. A mi hermano se le alborota el "adelante a marchar milicianos "de Acciòn Democràtica y me burlo un poco dicièndole "adeco es adeco hasta que se muere" y èl responde recordando a Romulo Betancourt: "we will come back"...


Nos topamos con la directiva del Colegio Nacional de Periodistas y su pancarta de No màs abusos en contra de la Prensa..Saludo a los que conozco. Tomo fotos. Tienen franelas en contra de la censura. Seguimos.


Llegamos justo para escuchar las palabras finales de Antonio Ledezma y me subo a la tarima para tomar fotos mientras Manuel Cova anima a la gente. Cuando me volteo ya mi hermano ha desaparecido otra vez. Lo llamo por celular y me dice: "yo estoy acà con Ledezma, en el Liceo Andrès Bello" "Ok, esperame alli" "Bueno Eu, pero esto se va a poner feo" "Ya sè, voy para allà"...


Corro...


No pasan cinco minutos desde que llego al Liceo cuando, sin provocaciòn alguna, comienzan los metropolitanos a lanzar gas lacrimògeno a mansalva. Le tomo una foto a uno de ellos y se da cuenta, dispara justo hacia mi. Corro.


Me asfixio...No puedo ver el camino, no puedo tomar fotos...se me olvidò el pañuelo con vinagre, me recrimino,...a mi alrededor unos viejitos estàn tirados en un banco, tratando de respirar...no puedo ayudarlos...gas, gas, gas y humo y el olor càustico de la represiòn gratuita. Y la gente indignada, gritando "Malditos!" "Esto es una injusticia" "Corre, catira, corre que hay viene la ballena..."


Correr y correr...Llegar a una esquina e indignarme, sin gritos pero con firmeza preguntar: "¿Pero es que a ustedes no les da verguenza? Ustedes son tan venezolanos como nosotros. Ustedes tambièn tienen hijos y ¿que va a pasar cuando esos hijos en quince años quieran protestar...te gustarìa que los dispersaràn con gas?.." Nada, estàn entrenados para no escuchar...Una de las oficiales femeninas dice: "Esta es una de las salidas, aqui la gente viene pega tres gritos y despuès se va".


O sea, no les importa. Alegan que siguen òrdenes, que obedecen...


Y pienso que me encanta mi generaciòn, que sabemos ser desobedientes, que sabemos discernir cuando una orden no tiene sentido o cuando una orden choca con nuestros principios y valores...


Empiezan los disparos, los botellazos, los metropolitanos empiezan un baile-marcha de intimidaciòn..los sigo, me mezclo entre ellos...uno de ellos intenta intimidarme y se burla, pensando que soy alguna de las señoras histèricas..."aqui reportando desde el centro...bla,bla,bla,..." dice con tono sarcàstico. Me volteo y le saco el carnet de prensa internacional sin decir palabra. Se sorprende y cambia el argumento: "no podemos admitir prensa acà, vayase para allà": Lo ignoro abiertamente y sigo grabando. Le encantarìa confiscarme la càmara. No puede. Por ahora.


Siguen cayendo botellas. Me pego a uno de los fotografos de una agencia, uno que conozco de Miraflores. No demasiado simpàtico pero guerrero. Le pregunto a uno de los metropolitanos que cuàl es el problema, que ¿por què estàn en alerta y realizando este ejercicio entre las calles de la Candelaria, que quièn està disparando, que quièn està lanzando las botellas?...Me responde: "la oposiciòn. Son los de la oposiciòn lanzando botellas desde los techos de los edificios..." Y entonces me acuerdo de los francotiradores del 11 de abril y como tambièn la conclusiòn oficial fue que los francotiradores, mercenarios contratados que salieron sigilosa e inmediatamente del paìs, tambièn eran de la oposiciòn...


La tarjeta de la càmara se llena y tengo que pararme en una esquina a borrar fotos que no me interesan. Me recuesto en una pared al lado de un mendigo de cara bellìsima, pero con unas llagas en las manos que espantarìan al màs valiente. Me acuerdo de la influenza porcina y me encomiendo a los santos, pues este señor, definitivamente, no es una compañìa recomendable en dìas de pandemia. Decido ignorar mis miedos y mientras borro fotos converso con èl. Asegura que los buhoneros y el perrocalentero de la Plaza La Candelaria solo descansan los mièrcoles y que es injusto que los metropolitanos les exijan que se vayan...Termino de borrar las fotos y me despido aconsejàndole que vaya y se inyecte la vacuna anti-porcina. Me mira con cara de sospecha...


Empiezo a caminar hacia arriba. He perdido a los policìas y su baile de intimidaciòn. Subo, subo y subo...cuadras y cuadras llenas de tanquetas y camiones llenos de Guardias-nacionales aburridìsimos. No han podido entrar en acciòn. Le pregunto a uno que donde està la marcha oficialista. Me dice que en la Avenida Urdaneta. Empiezo a caminar hacia allà. Yo, que vengo llena de pasta dental que una señora me ha dado para aliviar el efecto de los gases, soy recibida por otra humareda, la de los pinchos de carne. Y la sorpresa de que en esta marcha monocromàtica no hay policìas, no hay guardias nacionales y hay mùsica cada 5 metros..hay samba, viva Venezuela, mùsica indìgena, tambores, salsa...la gente toma cerveza, està contenta, baila, se rìe...


Lo primero que noto es que parece un acto burocràtico màs pero con mùsica..todos los ministerios, los trabajadores del Metro, el Sutic, ...todo el mundo con su franelita roja y unos cuantos autobuses esperando para regresarlos a casa, en el interior del paìs...


Tomo fotos. Pregunto quièn va a ser el orador. Nadie sabe. Empiezo a caminar a contraflujo y tomo fotos. Viene un hombre con un cuadro de Simòn Bolìvar sobre los hombros. Se rìe. Vienen un grupito de indigenas y un minigrupo con franelas que rezan: cimarrones afrodescendientes...Wao! Què sofisticada es nuestra identidad por estos dìas.


Màs abajo me tropiezo con Aristòbulo Istùriz, ex-alcalde de Caracas, y le pregunto: "tu vas a ser el vocero?" "No". "Quièn viene?" "Chàvez". "Cuando?" "En 40 minutos". Pienso que me miente y sigo. No vi el despliegue de seguridad que precede a Chàvez regularmente asi que decido marcharme.


Pasa una banda tocando Viva Venezuela mi Patria querida. La gente baila. Aqui no hay un solo policìa, aqui no hay guardias nacionales...aqui nadie trata de intimidar a nadie...la gente libre y anàrquicamente disfruta de su primero de mayo agradecièndole a la Revoluciòn que le aumente el sueldo, aunque le robe reivindicaciones laborales y sindicales que costaron años de luchas. Aqui nadie traga gas lacrimògeno. Aqui la gente come jojotos, pinchos y tequeños...


La cosa està sabrosa.


Me voy con la sensaciòn de que si yo tuviera 20 años (con aquella inocencia y desfachatez de entonces) no lo dudarìa, serìa chavista. Roja rojita. Revolucionaria de corazòn. Es muchisimo màs divertido.


Capaz que hasta me gustarìa Alì Primera y la Nueva Trova y no Iggy Pop, Cream o Aerosmith...

miércoles, 22 de abril de 2009

De Pelos!

Hace algunos dìas fui a cortarme el cabello. Ya era hora. Habìan pasado seis meses desde mi ùltima visita a uno de esos templos de la belleza y ya comenzaba a sentirme como un àrbol. Pero mi elecciòn no pudo ser peor y el corte fue, por decir lo menos, de resultados altamente cuestionables. Aùn asì, cuando el casi adolescente carnicero me preguntò si me habìa gustado le contestè con una sonrisa de oreja a oreja: ME ENCANTO!

No sè que me pasa en las peluquerìas que nunca puedo ser yo misma. Quizàs por eso he sido objeto de toda suerte de desastres: mechones plateados que no pedi, cabello màs largo de un lado que del otro, peinados estilo Shirley Temple, cuentas exorbitantes y un larguìsimo etcètera.

Confieso que tengo una relaciòn de amor-odio con ellas. Y con los peluqueros, por supuesto. Detesto lo inadecuada que puede hacerte sentir uno de esos seres que con tijera en mano pretende transformarte en su idea de quièn eres tù.

Nunca saben què hacer con mis rizos. Cuando era pequeña habìa un barbarico tratamiento para aquellas que no tenìamos "el pelo lìndisimo de Drene", o sea lacio. Se llamaba el rollete y consistìa en darle la vuelta al cabello alrededor de la cabeza y sujetarlo con pinzas. Puede parecer inocente, especialmente en una època en la cual no se habìa extendido el uso del secador de mano y mucho menos el alisado japonès o la brasilera escoba progresiva, pero resulta que tengo un recuerdo tragicòmico imborrable en mi memoria.

Aproximadamente, a los seis años, en la època en la cual en el Colegio San Pedro me conocìan como Zanahoria, ganè un concurso de tarjetas de Navidad Infantiles convocado por la entonces Primera Dama de la Repùblica, Blanca de Pèrez. Todo muy bien. Increìble. La niña tenìa un talento artistico prometedor. Pero, ¿què hacemos con el look? Rollete!

La orden expresa de mi madre, que llegaba puntualmente a las cinco y diez de la tarde todos los dìas, era encontrarme con el cabello liso, lìndìsimo y ya lista para subirme a la tarima y recibir mi premio.

Bueno, ese dìa, me dediquè a jugar, a ver televisiòn, a ser niña, pues...aproximadamente a las cuatro de la tarde, Margarita, la muchacha oriental que me cuidaba, recordò la orden materna. Y me mandò a bañar. Veinte minutos despuès salì de la ducha y comenzò el proceso de colocar las pinzas en mi ensortijada cabellera que, en aquel entonces, sòlo conocìa un corte: totuma.

Como era de esperarse, a las cinco y diez de la tarde el rollete estaba listo pero mi cabello estaba absolutamente mojado. Mi madre entrò en una furia de antologìa y, luego de gritar a todo pulmòn, me llevò a la peluquerìa que se hallaba a aproximadamente una cuadra de la casa. Lo ùnico que recuerdo es mi llanto incontenible mientras me gritaban y arrancaban las pinzas de metal que caìan descuidadamente en el callejòn.

Al llegar una de las peluqueras se apiadò un poco y comenzò la tarea de convertirme en la hija perdida de Popy. Y todo para que horas màs tarde yo pudiese recibir un horrendo perro de peluche amarillo, un diploma y un beso de la Primera Dama.


Por supuesto que en mi adolescencia fluctuè entre el fabuloso estilo escalonado de Farrah Fawcett y el absoluto despelucamiento rasta-Marley que produjo un inicial acto de rebeldìa bastante autodestructivo: No me peinè en un año y, encima, se me ocurriò meterme en una peluqeria a pedir que me hiciesen una permanente (afortunadamente la peluquera se conmoviò y, con toda sensatez, me gritò que si yo estaba loca).

Quizàs ese trauma infantil me hizo rebelarme el dìa de mi graduaciòn en la UCAB. En esa època ya no me llamaban Zanahoria sino Pelùa y la cabellera, ensortijada, indomable, me llegaba casi a la cintura. Bueno, la sublevaciòn implicò que cualquiera que vea las fotos de aquella noche, (una de las màs divertidas de mi vida, por cierto), jamàs podrà determinar si es mi nariz o mi oreja el minùsculo promontorio de piel que se asoma tras esa maraña capilar que amenaza con devorar el pobre birrete.


Y es que nadie lo expresa mejor que Pablo Neruda en su poema Walking Around: "el olor de las peluquerìas me hace llorar a gritos..." Bueno, no es exactamente el olor sino la total sensaciòn de inadecuidad y no pertenencia que me genera traspasar esas puertas y enfrentarme a esa fauna de seres con tijeras y crìticas que, invariablemente, me cuentan su vida en los primeros quince minutos.

Y es que fui ingenua, con la democratizaciòn de las peluquerias iniciada por Carmelo y su franquicia, pensè que tendrìa cabida en ese mundo. Me equivoquè. Pero aùn asì insisto cada cierto tiempo. Especialmente, cuando mi autoestima està baja y necesito que alguien me reinvente. Definitivamente, las mujeres podemos llegar a ser seres insondables e incomprensibles.

¿Le pasarà lo mismo a los hombres en las barberìas?

lunes, 20 de abril de 2009

Clase Media en negaciòn

Què difìcil es simplemente alegrarme y enorgullecerme hasta la mèdula por las ovaciones recibidas por Dudamel y la Orquesta Sinfònica Juvenil de Venezuela en Reino Unido y España. Imaginarme esos rizos rebeldes sacudirse, representando nuestra venezolanidad ante un montòn de britànicos emocionados que le dan a nuestros muchachos tratamiento de rock stars. O emocionarme porque fueron liberados 16 mil tortuguillos arrau en Santa Marìa del Orìnoco. Quisiera pero me siento tan irresponsable, tan ingenua...

Especialmente cuando a Jacqueline Farìas, la nueva Autoridad Unica del Distrito Metropolitano, se le ocurre decir que el dedo de Chàvez es el dedo del pueblo. O sea, el dedo de Dios. Y entonces me acuerdo de la Loca Luz Caraballo y de còmo se contaba los deditos de los pies y pienso que, què bueno serìa si a los ciudadanos pensantes y comprometidos, que aùn quedan, se les ocurriera, en un rapto de irracionalidad, usar ese otro dedo y mostrarselo al gobierno en expresiòn inequìvoca de rechazo al irrespeto al voto democràtico y popular. Ese dedo serìa mucho màs efectivo y, sin duda, mucho màs democràtico.

O cuando a Claudio Nazoa se le ocurre publicar (re-publicar?) en El Nacional un artìculo escrito en 2005, cuatro años atràs, en el cual ya decìa:"los que hoy persiguen seràn perseguidos; los que hoy jalan bola y sapean, mañana diràn que no sabìan còmo eran las cosas. Todavìa estamos a tiempo; lo primero es no ser indiferentes a los ataques que sufren otros; no se entreguen ni se desanimen; no se queden callados; no tengan miedo. Piensen que hemos tenido un paìs que ha cometido errores y que muchos sinverguenzas nos gobernaron, pero era un paìs donde cabìamos todos...Queda poco tiempo...pero queda. No nos caigamos a embustes, la cosa es difìcil pero todavìa se puede hacer algo. Volvamos a la calle con optimismo, fe y sin miedo, porque si no ¡todos perderemos todo!...hasta ellos cuando caigan en desgracia y ya no los necesiten".

Y Claudio, que normalmente nos hace reir y reconciliarnos con la glotonerìa de un buen pan de jamòn o nos manda a comer huevos con cara de desquiciado, nos obliga a tomar consciencia de la responsabilidad enorme que tiene la clase media venezolana en estos dìas. Sin animo paternalista, sin falsas autoimàgenes de superioridad, la clase media que se opone al regimen tiene ante si el deber, la responsabilidad històrica de comprometerse, de dejar de mirar hacia otro lado pensando que el socialismo del siglo XXI no le afectarà ni le quitarà ninguna de sus prerrogativas. Que ese es problema es de otros.

No puede seguir pensando que Antonio Ledezma puede (o debe) defender solo los votos que lo convirtieron en alcalde metropolitano o que cuando el lìder màximo de la Repùblica Bolivariana anuncia "te voy a borrar del mapa polìtico venezolano, desgraciado!" eso es sòlo problema de Manuel Rosales. No puede seguir ignorando la entrega de nuestro patrimonio a China o Rusia o Iràn, ni el drama de hacinamiento, pobreza y promiscuidad sexual que se vive en la mayorìa de los barrios venezolanos aunque le resulte tan ajeno.

La clase media venezolana que, evidentemente, ni es monolìtica ni monocolor, (y que cuenta con un significativo porcentaje que es revolucionario a sueldo y por contrato) tiene que crecer, madurar. Abandonar finalmente la adolescencia y ponerse a la altura de los acontecimientos. Ya lo dice Massimo Desiato, filòsofo y sociòlogo italiano, cuando avizora que la ùnica respuesta posible a la violencia y el terrorismo de Estado serà la violencia polìtica opositora. Desiato advierte ademàs "... la reforma constitucional incluye el problema del "enemigo interno". Ese ¿quièn es? La clase media". Subrayo: la clase media es el enemigo interno de la Revoluciòn Bolivariana y no se da por enterada. Sigue en negaciòn.

Para Desiato por la vìa democràtica no se puede lograr nada: "Tarde o temprano va a llegar la confrontaciòn, pero esa vìa es muy distinta si la comienza Chàvez o si la comienza la oposiciòn. Sòlo en ese momento la clase media va a reaccionar y ahì es donde la dirigencia opositora tiene que tener ya una organizaciòn para captar ese malestar..." Me recuerda a un amigo que me tropecè ayer en el Sambil: "Aqui vamos a tener que salir 500 mil a la calle a enfrentarnos con la Guardia Nacional y asumir que 'por lo menos 10 mil van a morir"...Y sigue: "el problema es que aqui la gente se cansò, ademàs aqui nadie saliò a defender a los empleados de PDVSA, ni a los militares que se restearon en la Plaza Altamira...por què van a salir entonces a defender a los comisarios o a Ledezma?"...

Se me ocurre una razòn groseramente obvia: porque ya deberìamos haber aprendido, (a fuerza de sangre y plomo, por cierto), que lo que le pasa a cualquier venezolano, me pasa a mi, nos pasa a todos.

Desafortunadamente, parece que somos bastante lentos para aprender, al menos en cuanto a solidaridad y cultura socio-polìtica elemental se refiere.

Lo que de verdad ya raya en la brutalidad es que el venezolano, de cualquier clase social y de cualquier color polìtico e, incluso, credo religioso, siga pidiendo un lìder, en lugar de comprender la necesidad de comprometerse como individuo y ciudadano y asumir la responsabilidad en la construcciòn y consecuciòn de los objetivos del colectivo. Adolecemos de una asombrosa incapacidad para aprender de la historia polìtica reciente.

Lo dicho, a veces resulta imposible no sentirse como Mafalda escuchando el noticiario en la radio. Es casi imposible reirse libremente sin sentir que, de algùn modo, se està traicionando la Patria. Pero es que pareciera que ya nos hemos reido demasiado de nosotros mismos. Pareciera que ya èstà bueno de hacer catarsis y que es hora de no seguir escurriendo el bulto. y es que cuando uno no està construyendo su sueño, se convierte en extra mal pagado del sueño de otro.

Y no es que mi preocupaciòn sea nueva u original, es que se nos està acabando el tiempo.

miércoles, 15 de abril de 2009

Clandestino

Breve. Muy breve.

Sòlo quiero dejar constancia de lo sorprendente que puede resultar el imaginarse a Manuel Rosales en la clandestinidad. Huyendo de la persecuciòn polìtica y tratando de salvaguardar su vida. Una carta leìda en tono casi èpico por Leopoldo Castillo casi resultarìa graciosa si no fuese porque refleja una intolerancia polìtica que amenaza con profundizarse y acelerarse en la Venezuela Bolivariana.

Mi primer contacto con la clandestinidad fue a travès de las historias de mi padre, Ròmulo Ledezma, huyendo de los esbirros de la Seguridad Nacional que lo buscaban por izquierdista y alborotador. Por ser miembro de la FCU de la Universidad Central de Venezuela y uno de los fundadores del MIR. Por eso, en mi mente clandestinidad equivale a dictadura.

Aunque tambièn en los sesenta hubo mucha clandestinidad guerrillera. Eran los democràticos tiempos de Ròmulo Betancourt y de Rafael Caldera. Si no lo recuerdan, preguntenle a Douglas Bravo y al Flaco Francisco Prada e, incluso, al mismo Teodoro Petkoff y a Alì Rodrìguez.

Ya màs recientemente, la palabra clandestinidad adquiriò un nuevo significado para mi cuando El Cuervo, General Felipe Rodrìguez, hoy preso en Ramo Verde, creò los CDL, un movimiento compuesto por cèlulas cuyos integrantes no se conocìan entre si y que se activaban en momentos de emergencia. Tiempos de guarimba. Vasco da Costa y Dulce Bravo, asì cmo Abdel Naime, dejaron sus testimonios de persecuciòn y tortura en mi grabadora encendida.

Pero, Manuel Rosales? El ex-gobernador de Zulia, ex-candidato de la unidad? No cuadra para nada en la imagen de un militar en disidencia, ni de un guerrillero en la montaña...Sin duda, algo muy grave està pasando en este paìs cuando Manuel Rosales tiene que enviarnos cartas desde algùn lugar secreto...

Rosales=clandestino.

martes, 7 de abril de 2009

Justicia Sin Verguenza

Esos si serìan treinta años que hacen honor a la justicia. Sin espacio para la verguenza: Alberto Fujimori es culpable.

Asi concluye el juicio de 484 dìas con una "certeza razonable" de que el ex-presidente peruano es culpable en los casos de la Matanza de la Cantuta y de Barrios Altos y los secuestros del periodista Gustavo Gorriti, quien fue objeto de una persecuciòn implacable durante su gestiòn, y del empresario Samuel Dyer.

El juez Cesar Martin leyò la sentencia serio, severo. La condena es por violaciòn a los derechos humanos y el ex-presidente enfrenta la posibilidad de una condena de treinta años. Treinta años que si tienen justificaciòn.

Quizàs la jueza Marjorie Calderòn haya estado prestando atenciòn.

Cruzo los dedos.

sábado, 4 de abril de 2009

Treinta Años

Fue como un corrientazo. Una sacudida de todos los voltios imaginables. Ella dijo lo impensable, lo que nadie se atreve a decir, lo que jamàs se me ocurrirìa decir y, aùn en medio de la reacciòn fìsica y emocional que me produjo, la entiendo. La hija de Henry Vivas dijo: "me da verguenza ser venezolana". Y sentì como si me hubiera insultado, como si me hubiera dado un puñetazo en la cara.

Se me alborotò tanta Alma Llanera, tanto Florentino y El Diablo y todas las tonadas de Simòn Dìaz. La bravura del Orìnoco y el orgullo de nuestra identidad se me volviò un incòmodo nudo en la garganta. Sin tricolor ni pròceres de por medio me pareciò casi inùtil toda la gesta libertadora, el 23 de Enero de 1958 y el juicio en contra de Carlos Andrès Pèrez...

¿Què està pasando en nuestro paìs que tan siquiera un solo venezolano encuentra razones valederas como para sentirse avergonzado de pertenecer a esta tierra? Y ¿què estamos haciendo el resto para impedir que esa ola de verguenza justificada se extienda como una epidemia?

Afortunadamente, habìa algo de inocencia en la desesperaciòn de la madre de Erasmo Bolìvar al enumerar la lista de militares fieles al regimen que son sus primos hermanos. Habìa un mucho de fe indignada al hablar de las bendiciones que la Sra. Vicenta, su madre y abuela de Erasmo Josè, envìa diariamente al Ejecutivo Nacional. Extrañamente, esa casi arquetìpica mujer y madre venezolana, resteada y humilde, de puro corazòn, me brindò cierto consuelo. Si ella tiene, al menos, una gota de esperanza los demàs estamos obligados a tenerla. No logrè dejar de pensar en ella, en su rabia digna, en lo traicionada que se siente. ¿Se sentirà tambièn ella avergonzada?

Puro grito, puro dolor, pura impotencia era la tìa de Erasmo Bolìvar, "jubilada, no depurada" de la Polìcìa Metropolitana, tras 28 años de servicio. Tampoco sale de mi mente. Ni ella, ni Yajaira Forero que, aplomada, ecuànime, le reclamò al paìs que deje de mirar hacia otro lado, que deje la evasiòn y la fiesta y que afronte que estamos en dictadura. Un llamado a la madurez en un paìs de adolescentes.

Del otro lado, estaba Roxana Rodrìguez, ex guerrillera de Punto Cero y ex torturada de Posada Carriles y Henry Lòpez Sisco, sobreviviente de la Masacre de Yumare, seria, asegurando que este es un primer paso hacia una justicia de los olvidados. No habìa verguenza allì. Habìa una cierta dureza de quien ha esperado reivindicaciones durante demasiado tiempo y està dispuesta a aceptarlas asì vengan teñidas de dudas razonables. Y Yesenia Puente, lìder de la Asociaciòn de Vìctimas del 11 de abril, asegurando que nadie estaba celebrando pero que se habìa hecho justicia con las vìctimas y las familias de las vìctimas.

La furia era contra Marjorie Calderòn, la jueza a cargo de dictar la sentencia, quien, apuesto, no sintiò verguenza alguna al condenar a treinta años de prisiòn no sòlo a los comisarios y policìas metropolitanos, sino a sus familias. Porque la sentencia castiga por igual a ambos.

Me niego a aceptar que hemos de conformarnos pasivamente con sentir verguenza. Me niego a sentir verguenza. Punto. Prefiero optar por creer que todavìa estamos a tiempo de salvar al paìs de fracturas irreparables y que hay espacio para las reconciliaciones, reparaciones y la verdadera justicia.
Quiero seguir creyendo que Florentino siempre le gana al Diablo.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Hablemos de Sexo

Por un tiempo realmente creì en la historia de la cigueña portadora de bebès. Definitivamente, si. Pero fue un perìodo bastante breve, ya que mi madre, siempre pragmàtica y con poco tiempo para las fàbulas, optò por comprarme un fabuloso libro, "De dònde vienen los niños?", cuando empecè a ponerme incòmoda con la preguntadera.

El libro en cuestiòn -què sabe Dios dònde habrà ido a parar- tenìa fabulosas ilustraciones en las cuales explicaba todo el tema de la reproducciòn con abejas, aves, vacas, perros, gatos...hasta llegar a una hermosa pareja que se suponìa eran tus padres hacièndote a ti mediante unos procedimientos que, a los ocho años, yo no lograba entender demasiado bien. En esa època tambièn tomaba clases de alemàn y tampoco entendìa nada, asì que casi me parecìa normal no entender: el mundo era confuso.

Pero, a esas alturas, ya hacìa varios años que habìa descubierto en la casa de la playa de mis tìos la revista Luz. No sè si alguien la recuerda. Para una niña de seis años esa revista era informativa pero tambièn, pràcticamente, pornogràfica. Obviamente, la leìa a escondidas. Nadie sospechaba que ya yo me preguntaba què era el clitoris y el pene y què rayos era un orgasmo. Siempre fui una niña precoz. Lo que si tenìa muy claro en mi mente era la diferencia entre el inocuo mundo de la reproducciòn de mi libro y las historias sensuales y casi hipnòticas que se contaban en mi revista playera. Habìa descubierto el erotismo y no lo sabìa.

Lo que siempre supe muy claramente fue mi orientaciòn sexual. A los cuatro años jugaba a ser la princesa que el Monstruo de la Laguna Negra rescataba en sus brazos del pantano con Roger, mi vecino, y creo que hasta besitos tìmidos nos dàbamos. O sea, que en esa àrea fui afortunada y no tenìa mayores preguntas. Sabìa claramente lo que me gustaba.

Luego, no mucho màs lejos, vendrìa una semana de shock cuando una de mis primas descubriò el stock de revistas pornogràficas que guardaba en su closet una prima mayor y decidiò mostrarme lo que guardaba el sexo opuesto entre las piernas. Me pasè una semana sin poder despegar la mirada de la entrepierna masculina, bàsicamente atemorizada, pero con un mucho de fascinaciòn y curiosidad. Esto fue como a los nueve años, cuando en mi casa aùn me prohibìan ver los besos de Lupita Ferrer y Josè Bardina y yo me escapaba, cuando todos dormìan, a pegar mi oido a la televisiòn y ruborizarme con aquellos candorosìsimos besos.

Mucho màs adelante me topè con el material pornogràfico de mi hermano. Claro, ya el shock inicial habìa pasado. Y aunque seguìa siendo un tema prohibido, mi aproximaciòn ya era mucho màs libre. Especialmente cuando ya adolescente leì La Mujer Sensual y descubrì -teòricamente- que el sexo es un universo de placer y que no se requiere ser bellìsima para ser considerada una mujer sensual. Si, ya entonces, tenìa unos restrictivos canònes y standares estèticos que me hacìan cuestionarme un poco. Ese libro fue trascendental para mi, casi tanto como Juan Salvador Gaviota en otras àreas. El sexo era democràtico. Fantàstico!

Luego vendrìa mi primer beso. En la playa, en medio de una ola. La vida era lo màximo!

Mi libertad mental contrastaba intensamente con la falta de apertura sobre el tema en casa. Àsì que, podrìa decirse que mi educaciòn sexual fue bastante aleatoria y autodidacta hasta las primeras lecciones de Puericultura en mi colegio de monjas. Toda la adolescencia fue un largo perìodo de dudas, miedos y cuestionamientos ante la posibilidad de la pèrdida de la virginidad. Cuando lleguè al Gustavo Herrera un par de amigas me maravillaron contàndome que sus madres les daban pastillas anticonceptivas y las llevaban al ginecòlogo. Quèee??! Eso para mi era como viajar a Marte. En casa todavìa lidiaba con la Inquisiciòn andina del doble discurso.

Cuando finalmente decidì transgredir las normas familiares y ejercer mi autonomìa como mujer, vinieron otro montòn de preguntas. La verdad que durante unos meses mi percepciòn del mundo cambiò. Me habìa transformado profundamente. No me reconocìa. No fue la tìpica historia del primer amor -a mi pobre primer amor lo tenìa bastante restringido en cuanto a àreas a explorar-, fue màs bien una decisiòn personal y muy consciente de que ya la virginidad era màs un estorbo que una virtud y que debìa trascender ese limite.

El punto es que todos esos descubrimientos, exploraciones y decisiones tuve que tomarlas sola. No habìa muchas opciones para consultar. El entorno familiar y social, bastante conservador, hacìa del sexo un misterio tan atractivo como atemorizante. La informaciòn era casi nula y el doble discurso y el machismo causaban aùn màs confusiòn. Aùn asì, quièn podìa perderselo?

Afortunadamente, siempre intuì que el sexo era un territorio donde uno podìa ser absolutamente libre y feliz. No me equivoquè. Pero como hubiera agradecido que alguien me lo explicara a fondo cuando recièn estaba conociendo el tema.

Estamos en el siglo XXI y toda esta historia, muy superficial, acerca de mi descubrimiento del sexo, debe sonar casi a Pleistoceno. Aùn asì, creo que la educaciòn sexual de niños y adolescentes expuestos a internet, televisiòn por cable y un mundo donde la informaciòn circula superlibremente, no es la adecuada y se deja demasiado al azar. Y esa es precisamente la razòn que me mueve a escribir sobre el tema. Debemos sentarnos con nuestros hijos, nuestros sobrinos, nuestros niños como adultos responsables y brindarles herramientas que les permitan comprender, sin estigmatizaciones ni prejuicios, què es el sexo.

En medio de ese desierto de posibilidades, se hacen algunos esfuerzos interesantes como el del Manual del Sexo para Ti, una guìa especialmente orientada a niños y adolescentes que acaba de salir al mercado y que pone a nuestra disposiciòn un equipo de especialistas. Incluso, asociaciones o escuelas que deseen obtenerla pueden solicitarla, gratis, al telèfono 0212 753 4812. Para los que quieren investigar on line està el blogmanualdesexoparati.

Corran la voz y animense a llamar. Hablemos de sexo con nuestros niños.

martes, 17 de marzo de 2009

El Aplauso

Nunca vi el aplauso va por dentro, ese monòlogo que le ha dado tanta satisfacciòn a Mimì Lazo y a Mònica Montañès. Lo confieso. de verdad, nunca me atrajo demasiado. Mea culpa.

Hoy, sin embargo, no puedo dejar de pensar en esa frase: "el aplauso va por dentro"...No, en este paìs, en esta Repùblica Bolivariana de Venezuela, el aplauso no va por dentro, el aplauso, por el contrario, se hace cada vez màs estruendoso e impune. Cada vez màs còmplice, cada vez màs culpable.

Pienso que si es cierto que la historia absuelve y que Fidel confia en esa premisa, no puede ser cierto que la Historia, con mayùsculas, vaya a .olvidar a esa masa de aplaudidores oficiales por excelencia que ante cada idiotez y abuso del poder Ejecutivo y militar baten sus manos cual focas en Disneylandia (con perdòn de las focas que no tienen culpa alguna).

Venden el oro del Banco Central de Venezuela para cubrir gasto pùblico. Aplausos. Toman militarmente puertos y aeropuertos. Aplausos. Ofrecen La Orchila como base militar rusa. Aplausos. Entregan la Faja del Orìnoco con sus reservas probadas de 235 millardos de barriles de petròleo. Aplausos. Violan la Constituciòn Nacional. Aplausos.

Es una orgìa ovacional (valga el tèrmino). Parece que hubièsemos entrado en una fiebre colectiva de adoraciòn por el lìder.

Y la oposiciòn, disidencia o alternativa democràtica, como prefieran llamarla, tambièn se deja seducir por el aplauso. Dame mis quince minutos de fama. Aplausos. Grito que no vas a poder con el Zulia. Aplausos. Media hora menos de cola en la Panamericana. Aplausos. Salimos en Alò ciudadano. Aplausos.

Y no dejo de preguntarme cuàndo nos tocarà el turno de aplaudirnos a nosotros mismos, al ciudadano comùn, a usted y a mi. Empiezo a creer que cada vez que logramos pagar la exorbitante suma que cuesta el mercado mensual y la incomprable canasta bàsica, debemos aplaudirnos. Cada noche que llegamos a casa sanos y salvos. Aplausos. Cada vez que pagamos tarjeta de crèdito y servicios pùblicos. Aplausos.

Pero, cuando por fin dejemos de pedir lideres y comprendamos que los logros màs sabrosos son los pequeños exitos que obtenemos en equipo, como comunidades, cooperativas y asambleas de ciudadanos, allì si vendràn los verdaderamente merecidos aplausos.

Asi que, ademàs de sugerir la, ciertamente descabellada, posibilidad de incluir el aplauso como delito penal, se me ocurre tambièn que hagamos una suerte de dieta de aplausos. Aplaudir solo cuando sea estrictamente justificado, cuando la aprobaciòn y alegria que mueve al acto venga desde las entrañas.

O sea, que el aplauso no va por dentro sino que el aplauso, para que tenga algun valor, tiene que venir de adentro, como un acto volitivo real, como una necesidad del espìritu y no como un reflejo complaciente.

Asi que a pensarlo mejor antes de dejar a sus manos, nuestras manos, entrar en esa euforia colectiva del aplauso, pues màs de un crimen se ha cometido por la màs ingenua negligencia.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La Rebeliòn Imposible

Siglos despuès y tras una serie de desaciertos tecnològicos, los monjes tibetanos me mueven a escribir una nota que tiene que ser breve.
No es extraño, las rebeliones, por lo general, enfrentan a un todopoderoso opresor y a una minorìa que, invariablemente, està desvàlida y que solo cuenta con su convicciòn y su valor. Tibet no escapa a la regla. La matanza de monjes tibetanos y la persecuciòn china tiene ya demasiados años y demasiados testigos de piedra. Esta es una rebelìòn imposible, sin duda, no hay equilibrio de fuerzas posible y, sin embargo, los monjes, tercos, insisten en reivindicar sus derechos.
Hoy se cumplen cincuenta años de esta rebeliòn de monjes invisibles. Invisibles para los poderosos que prefieren seguir haciendo negocios con una China que se niega a respetar la autonomìa no sòlo territorial sino espiritual y religiosa del Tibet. Invisibles para los medios de comunicaciòn internacional que, hasta que no ven sangre, no se ocupan del tema. Invisibles para una gran porciòn del planeta. Pero muy visibles para una serie de organizaciones esparcidas por el planeta que persiguieron la antorcha olìmpica con el ùnico fin de protestar y ponerle un rostro no tan sonriente a los derechos de los tibetanos.
Como ven, entre la ùltima entrada y esta hay un animo bastante diferente. Supongo que podrìa haber optado por el shock de la ministra britànica que descubriò que los hombres de su paìs encuentran màs de una justificaciòn para golpear a sus mujeres o por el delicioso descubrimiento de la maldad de Santino, un chimpancè que esconde piedras para luego lanzarselas a los vigilantes del zoològico. No pude.
El orgullo que me produce pertenecer a la misma raza humana que esos valientes monjes tibetanos me lo impidiò.
Euridice