Leo a mucha gente querida que cuando llama a sus padres, tíos, abuelos desde fuera encuentra la sorprendente respuesta de "Estoy bien. Estamos bien". Es la misma respuesta que yo doy.
Les doy mi versión, mi interpretación de ese "estoy bien".
Me está costando mucho conectar con mis emociones. Saber qué estoy sintiendo. De hecho, no siento nada. Comfortably numb. Estoy en estado de total alerta y no logro relajarme. Estoy entrenada para operar en ambientes y situaciones hostiles, así que no es tan extraña esa desconexión. Pero, aún así, me hace cuestionarme qué está pasando dentro de mi. Creo que estoy en modo sobreviviente.
Quizás sea eso lo que pasa con sus seres queridos. Todos sabemos que podemos estar mucho peor de lo que estamos justo ahora. Todos sabemos que este es un régimen que no tiene el menor afecto por su gente. Que les estorbamos. Que nos han ido matando de a poco. De mengua. De hambre. De stress. De depresión. De abuso de poder. De represión. De abandono.
Y quizás ese sea un sentimiento que sobrevive a mi desconexión: el desamparo, la sensación de abandono, el confinamiento. La comprensión exacta de que nos quieren destruidos y, que mientras tanto, la vida sigue en el resto del mundo.
Y no hablo de la Venezuela regada por el mundo que no termina de ser feliz libremente, siempre pendiente de los que dejaron en casa. Hablo del Mundo. De la gente que ahora mismo está volando parapente, o bañandose en la playa o haciendo el amor. Cosas que no hago en modo survival, en este estado de preguerra.
Y es que este es, de veras, un estado de pre guerra. Así lo percibo. Vienen más persecuciones y viene más represión. Ya fueron anunciadas. Ya el Presidente ilegítimo anunció que activará a sus paramilitares. Y más ataques a la Prensa. Y todo lo que ello implica.
Hay otro color que detecto al fondo de mi cerebro. Un sentimiento entre gris y carmesí: la preocupación por las medicinas de mi mamá y la comida de mis gatos que, ambas, se están acabando. Y la incertidumbre de no saber si habrá cómo resistir esto. Si tendré las reservas espirituales, mentales, económicas y físicas para aguantar el tiempo que dure.
Entonces, luego de esta evaluación breve creo que no, No estamos bien. Sólo que no tenemos otra opción que seguir. No nos vamos a dejar aplastar estando tan cerca de la meta. Estamos vivos, estamos guapeando, quizás sea eso lo que significa ese "estamos bien": todavía tengo la energía para rebelarme.
Eso es lo que siente la persona, la mujer, hija de una madre anciana, madre de gatos y tía de 2 sobrinas que crecen en este caos.. Quizás si le preguntan a la periodista, esa adrenaline junkie que me habita, responda otra cosa.