Un país que no se doblega. Una
gente indomable. Terca. Persistente. Una gente que pasó Navidad de 2018
replegada, apagada, renuente a la felicidad impuesta con lucecitas desde
Miraflores. Agobiada por una hiperinflación que devasta cualquier presupuesto.
Esa es la gente que en enero de 2019 encuentra un rumbo, una alegría, una
esperanza renovada. Parece que estábamos agazapados sólo esperando la senal
para volver a demostrar de qué estamos hechos.
Es cierto: Venezuela está
devastada. La miseria se sienta en las aceras a vender lo que otro, más
afortunado, consideró basura. Botas de gamuza gastadas y rotas, munecas con el
cabello hirsuto, peluches remendados, vestidos de gala que estaban de moda en
los 90s, mezclados con opacos y oxidados repuestos de bano y toda suerte de
objetos que no me atrevo a intentar identificar. Muchachas muy jóvenes, casi
ninas, se ofrecen al mejor postor y los más vulnerables han sido amputados por
falta de medicamentos. El metro es un infierno de sudor, desaseo e historias de
desespero y enfermedad. Cada vendedor ambulante, hombres jóvenes en su mayoría,
tiene una historia diaria de supervivencia. Uno tiene a su novia
"prenada" y no sabe nada de ninos. Otra, más feroz, habla de lo
difícil que es para una mujer una colostomia y pide ayuda, algo , lo que sea
para poder comer.
Son esos, los más
vulnerables.Los que huelen mal y tienen llagas sangrantes en las piernas, los
que no se han enterado de la juramentación de Juan Guaido. No tienen televisor.
Viven en las calles. Pero si tuvieran, tampoco tendrían acceso a televisión
abierta e independiente. Conatel, Comisión Nacional de Telecomunicaciones ó
algo así está muy activa'estos días. La censura es extrema. El blackout
informativo sin precedentes. Mientras tanto, el bombardeo informativo por
Venezolana de Televisión es inmisericorde> caras uniformadas que apoyan a
Nicolas Maduro irrestrictamente. Que acusan a la oposición de establecer 'un
gobierno paralelo'. Si. Irónico, descarado. El mismo gobierno, la misma
Revolución que desde sus inicios se dedicó a establecer sindicatos paralelos,
alcaldías paralelas y ministerios paralelos, acusa a la oposición de emplear
sus tácticas.
Pero no. Para los que todavía no
lo comprenden: el 23 de enero se produjo el cabildo más contundente de la Historia
de Venezuela. Ya hubiera deseado Madariaga esa masividad. Hay quien incluso
dice que ni siquiera Hugo Chávez logró convocar tanta gente. Yo no lo sé. Lo
que si sé es que la gente, esa enorme y diversa masa de gente, terca,
indomable, persistente, proclamó a Juan Guaidó como Presidente Interino de
Venezuela. No fue un acto solitario de un loquito ebrio en una plaza vacía. El
ágora estaba a reventar. Como si Freddy Mercury hubiera resucitado y estuviera
en concierto en Caracas junto a Metallica y Guns n Roses.
Y, en medio de todos estos
eventos, dada la desinformación, dada la psicosis por lo básico, lo urgente,
por la supervivencia, las calles están llenas de venezolanos que aparentan
normalidad. Las protestas ahora son nocturnas. En los barrios. El perrocalentero
cuenta que el Faes y el grupo antiterrorismo subió a la zona 7 de Petare y se
voló a 6 en una sola noche. Habla de ajusticiamientos. La muchacha del banco
cuenta que en Capuchinos saquearon la Panaderia San Juan de Milano, arrasaron
con el Banco de Venezuela, pero que donde se dieron gusto fue en Prolicor.
Saqueos y plomo. Y Catia amanece serena cuando la camino, todos los vendedores
de alimentos en sus puntos de venta. Los colectivos, y que discretos, apostados
en las esquinas vigilan muy de cerca a la gente que teme dar su opinión si te
identificas como periodista.
Como explicar la emoción de ver
a los jóvenes bajar del cerro en Catia? Esa combinación de susto con
incredulidad con angustia casi materna con 'çono, por fin!' y 'mejor no me
emociono'. El Observatorio de Conflictividad Social y Provea contabilizan 26
muertes confirmadas. Pero no son muertes casuales, son asesinatos. Todas esas
personas fueron asesinadas con armas de fuego. Ajusticiadas por FAES y grupos
parapoliciales y paramilitares de vieja data en la Revolución. Grupos de
exterminio. Por las historias que cuenta la gente, 26 parece un número tímido,
inexacto. Esa misma ong senala que en 2018, un ano sin 'guarimbas',término que
no acuno ni me gusta para nada, hubo 12 mil protestas por temas sociales.
Leáse: agua, medicinas, salud, gas.
Enero da un giro y las protestas
son por derechos políticos y civiles. Sumadas a las sociales y económicas, por
supuesto.
No estábamos dormidos, ni
resignados. Nunca lo estuvimos. Estábamos latentes.
Es cierto: Esto es diferente. Completamente
diferente.
Y lo sabemos.
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