miércoles, 19 de abril de 2017

19 de Abril

          Hoy fue un día duro. Un día enorme. Un día en el cual la gente se alzó para demostrar su estatura como pueblo. Un día en que Venezuela estuvo a la altura de su Historia. No estuve para verlo en realidad. Estaba del otro lado. No fue una decisión deliberada. Simplemente, fluí con la calle y terminé siguiendo la marcha oficialista. 

          Había gente. mucha gente. No sé cuánta. Pero, prácticamente en su totalidad, estaban todos uniformados. Era PDVSA Gas, PDVSA Occidente, PDVSA el Palito, el Seniat, PDVAL, funcionarios públicos  y muy poco pueblo llano, gente que no tenga nada qué perder, los desheredados que la Revolución ha dicho representar por años. Eran, en su mayoría, venezolanos que vinieron del interior, en autobuses. "Acarreados" como dirían en México. Si, es cierto, pero son venezolanos también. Venezolanos que existen, que cuentan. Que si estamos a punto de una transición o de un cambio o de lo que sea, tendrán que ser incluidos.

          Quizás quienes formaron parte de esa marea hermosa de gente pidiendo Libertad, orgullosa de vencer el miedo a todas las trampas y amenazas oficiales, estén embelesados con la gesta. Y así debe ser. Elevarse por encima del propio miedo. Salir de casa sabiendo que por protestar o estar mal parado en una calle una bala puede atravesarte el cráneo es como para paralizar a cualquiera. Y la mayoría de los venezolanos hoy decidieron sobreponerse, apretar los dientes y ejercer la dignidad y la Libertad como derecho. 

          Lo que digo es que, a juzgar por el nivel de militarización que se vivió hoy en la ciudad y la libertad con la que motorizados de diferentes partes del Distrito Capital y adyacencias, se paseaban bajo la mirada complaciente de los cuerpos de control de orden público, la pelea por ese cambio, por la Libertad, no va a ser nada fácil.

          Igual habrá que levantarse mañana y sobreponerse al miedo. No queda más remedio.

          

No hay comentarios: