Què difìcil es simplemente alegrarme y enorgullecerme hasta la mèdula por las ovaciones recibidas por Dudamel y la Orquesta Sinfònica Juvenil de Venezuela en Reino Unido y España. Imaginarme esos rizos rebeldes sacudirse, representando nuestra venezolanidad ante un montòn de britànicos emocionados que le dan a nuestros muchachos tratamiento de rock stars. O emocionarme porque fueron liberados 16 mil tortuguillos arrau en Santa Marìa del Orìnoco. Quisiera pero me siento tan irresponsable, tan ingenua...
Especialmente cuando a Jacqueline Farìas, la nueva Autoridad Unica del Distrito Metropolitano, se le ocurre decir que el dedo de Chàvez es el dedo del pueblo. O sea, el dedo de Dios. Y entonces me acuerdo de la Loca Luz Caraballo y de còmo se contaba los deditos de los pies y pienso que, què bueno serìa si a los ciudadanos pensantes y comprometidos, que aùn quedan, se les ocurriera, en un rapto de irracionalidad, usar ese otro dedo y mostrarselo al gobierno en expresiòn inequìvoca de rechazo al irrespeto al voto democràtico y popular. Ese dedo serìa mucho màs efectivo y, sin duda, mucho màs democràtico.
O cuando a Claudio Nazoa se le ocurre publicar (re-publicar?) en El Nacional un artìculo escrito en 2005, cuatro años atràs, en el cual ya decìa:"los que hoy persiguen seràn perseguidos; los que hoy jalan bola y sapean, mañana diràn que no sabìan còmo eran las cosas. Todavìa estamos a tiempo; lo primero es no ser indiferentes a los ataques que sufren otros; no se entreguen ni se desanimen; no se queden callados; no tengan miedo. Piensen que hemos tenido un paìs que ha cometido errores y que muchos sinverguenzas nos gobernaron, pero era un paìs donde cabìamos todos...Queda poco tiempo...pero queda. No nos caigamos a embustes, la cosa es difìcil pero todavìa se puede hacer algo. Volvamos a la calle con optimismo, fe y sin miedo, porque si no ¡todos perderemos todo!...hasta ellos cuando caigan en desgracia y ya no los necesiten".
Y Claudio, que normalmente nos hace reir y reconciliarnos con la glotonerìa de un buen pan de jamòn o nos manda a comer huevos con cara de desquiciado, nos obliga a tomar consciencia de la responsabilidad enorme que tiene la clase media venezolana en estos dìas. Sin animo paternalista, sin falsas autoimàgenes de superioridad, la clase media que se opone al regimen tiene ante si el deber, la responsabilidad històrica de comprometerse, de dejar de mirar hacia otro lado pensando que el socialismo del siglo XXI no le afectarà ni le quitarà ninguna de sus prerrogativas. Que ese es problema es de otros.
No puede seguir pensando que Antonio Ledezma puede (o debe) defender solo los votos que lo convirtieron en alcalde metropolitano o que cuando el lìder màximo de la Repùblica Bolivariana anuncia "te voy a borrar del mapa polìtico venezolano, desgraciado!" eso es sòlo problema de Manuel Rosales. No puede seguir ignorando la entrega de nuestro patrimonio a China o Rusia o Iràn, ni el drama de hacinamiento, pobreza y promiscuidad sexual que se vive en la mayorìa de los barrios venezolanos aunque le resulte tan ajeno.
La clase media venezolana que, evidentemente, ni es monolìtica ni monocolor, (y que cuenta con un significativo porcentaje que es revolucionario a sueldo y por contrato) tiene que crecer, madurar. Abandonar finalmente la adolescencia y ponerse a la altura de los acontecimientos. Ya lo dice Massimo Desiato, filòsofo y sociòlogo italiano, cuando avizora que la ùnica respuesta posible a la violencia y el terrorismo de Estado serà la violencia polìtica opositora. Desiato advierte ademàs "... la reforma constitucional incluye el problema del "enemigo interno". Ese ¿quièn es? La clase media". Subrayo: la clase media es el enemigo interno de la Revoluciòn Bolivariana y no se da por enterada. Sigue en negaciòn.
Para Desiato por la vìa democràtica no se puede lograr nada: "Tarde o temprano va a llegar la confrontaciòn, pero esa vìa es muy distinta si la comienza Chàvez o si la comienza la oposiciòn. Sòlo en ese momento la clase media va a reaccionar y ahì es donde la dirigencia opositora tiene que tener ya una organizaciòn para captar ese malestar..." Me recuerda a un amigo que me tropecè ayer en el Sambil: "Aqui vamos a tener que salir 500 mil a la calle a enfrentarnos con la Guardia Nacional y asumir que 'por lo menos 10 mil van a morir"...Y sigue: "el problema es que aqui la gente se cansò, ademàs aqui nadie saliò a defender a los empleados de PDVSA, ni a los militares que se restearon en la Plaza Altamira...por què van a salir entonces a defender a los comisarios o a Ledezma?"...
Se me ocurre una razòn groseramente obvia: porque ya deberìamos haber aprendido, (a fuerza de sangre y plomo, por cierto), que lo que le pasa a cualquier venezolano, me pasa a mi, nos pasa a todos.
Desafortunadamente, parece que somos bastante lentos para aprender, al menos en cuanto a solidaridad y cultura socio-polìtica elemental se refiere.
Lo que de verdad ya raya en la brutalidad es que el venezolano, de cualquier clase social y de cualquier color polìtico e, incluso, credo religioso, siga pidiendo un lìder, en lugar de comprender la necesidad de comprometerse como individuo y ciudadano y asumir la responsabilidad en la construcciòn y consecuciòn de los objetivos del colectivo. Adolecemos de una asombrosa incapacidad para aprender de la historia polìtica reciente.
Lo dicho, a veces resulta imposible no sentirse como Mafalda escuchando el noticiario en la radio. Es casi imposible reirse libremente sin sentir que, de algùn modo, se està traicionando la Patria. Pero es que pareciera que ya nos hemos reido demasiado de nosotros mismos. Pareciera que ya èstà bueno de hacer catarsis y que es hora de no seguir escurriendo el bulto. y es que cuando uno no està construyendo su sueño, se convierte en extra mal pagado del sueño de otro.
Y no es que mi preocupaciòn sea nueva u original, es que se nos està acabando el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario