Breve. Muy breve.
Sòlo quiero dejar constancia de lo sorprendente que puede resultar el imaginarse a Manuel Rosales en la clandestinidad. Huyendo de la persecuciòn polìtica y tratando de salvaguardar su vida. Una carta leìda en tono casi èpico por Leopoldo Castillo casi resultarìa graciosa si no fuese porque refleja una intolerancia polìtica que amenaza con profundizarse y acelerarse en la Venezuela Bolivariana.
Mi primer contacto con la clandestinidad fue a travès de las historias de mi padre, Ròmulo Ledezma, huyendo de los esbirros de la Seguridad Nacional que lo buscaban por izquierdista y alborotador. Por ser miembro de la FCU de la Universidad Central de Venezuela y uno de los fundadores del MIR. Por eso, en mi mente clandestinidad equivale a dictadura.
Aunque tambièn en los sesenta hubo mucha clandestinidad guerrillera. Eran los democràticos tiempos de Ròmulo Betancourt y de Rafael Caldera. Si no lo recuerdan, preguntenle a Douglas Bravo y al Flaco Francisco Prada e, incluso, al mismo Teodoro Petkoff y a Alì Rodrìguez.
Ya màs recientemente, la palabra clandestinidad adquiriò un nuevo significado para mi cuando El Cuervo, General Felipe Rodrìguez, hoy preso en Ramo Verde, creò los CDL, un movimiento compuesto por cèlulas cuyos integrantes no se conocìan entre si y que se activaban en momentos de emergencia. Tiempos de guarimba. Vasco da Costa y Dulce Bravo, asì cmo Abdel Naime, dejaron sus testimonios de persecuciòn y tortura en mi grabadora encendida.
Pero, Manuel Rosales? El ex-gobernador de Zulia, ex-candidato de la unidad? No cuadra para nada en la imagen de un militar en disidencia, ni de un guerrillero en la montaña...Sin duda, algo muy grave està pasando en este paìs cuando Manuel Rosales tiene que enviarnos cartas desde algùn lugar secreto...
Rosales=clandestino.
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