Lo superé.
Dejó de importarme.
Ahora no sé si debo empezar a preocuparme porque ya no me importa o si es una situación irreversible y tendré que vivir con este desparpajo el resto de mis días...
Desde hace algunos años comenzaron a llamarme señora en la calle. El empaquetador en el supermercado, el vigilante en el banco, el vendedor de celulares todos llegaron a la misma conclusión simultáneamente, el título que mejor le iba a esta mujer que tenían enfrente era el de señora.
Y si. Durante años me enfureció. A veces incluso hasta me avergonzó. Y es que a ese culto a la juventud que tenemos en nuestras sociedades sólo lo supera el obsesivo culto a la belleza según los parámetros de los medios.
Cada vez que lo escuchaba casi contorsionaba mi cuerpo como quien esquiva una bala. Me rebelaba interna y externamente: "pero si yo no tengo hijos, ni marido, ni siquiera he llegado a "cierta edad"..." Nada, el empaquetador, el vigilante y el vendedor ignoraban con determinación mis denodados esfuerzos por rechazar el título.
Y es que cuando te dicen señora es como si te asexuaran, te invisibilizaran y, encima, te decretasen que ya nunca más podrás bailar como loca en un concierto o comprender lo que sucede en la vida de las nuevas generaciones de las cuales se supone que tú sólo podrías ser la madre.
Como si, de repente, dejases de ser mujer. Aún peor, asumiendo que lo de ser mujer tiene una fecha de expiración. Y es que, desde mi punto de vista, el empaquetador, el vigilante y el vendedor tienen una visión miope y super reduccionista de la infinidad de versiones de mujer que existen en el mundo y todo lo que no encuadre bajo la etiqueta de mamita es, definitivamente, señora.
Pero en mi muda batalla contra esa estrechez mental y esa tiranía y control social del entorno, yo llegué a la conclusión de que ahora, en el siglo XXI, al borde del Apocalípsis y la Profecía Maya, una mujer que supera los 40 años no es una señora -o al menos no tiene que serlo si no lo desea. No bajo ese criterio tan limitante-. No. Para mi es "una tipa que sabe muchas cosas". Y ese es el título que me gusta. Y esa es la definición que ahora le doy a la palabra señora.
Así que Ok, disparen, diganme se-ño-ra cuantas veces quieran.
Eso si, con el término doña no he hecho aún las paces. Al que se atreva a proferirlo, lo muerdo.
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