miércoles, 16 de diciembre de 2009

El otro Presidente

Deliberadamente y haciendo un ejercicio casi zen, tengo por norma no caer en el monotema nacional. Es decir, procuro no hablar del Comandante en Jefe.

Digo mantras, hago ommmmm, cuento hasta 900 al derecho y al revés y, cuando no lo logro, me rocío un poco de agua bendita para espantar a mis demonios.

Hoy no puedo.

Tengo que decir algo.

Chávez en Copenhagen...wao!

Debo confesar que, como me hallaba en plena tercera fase de la elaboración del nacimiento, me tomó un poco desprevenida.

En medio del burrito, las ovejas, los pastorcitos y un montón de escarcha dorada, me dejé llevar por una sensación, -por qué no reconocerlo-, de cierto orgullo nacional. Después de todo y màs allá de cualquier consideración política, ideològica o hasta emocional, un venezolano estaba hablando ante un foro internacional de altìsima relevancia.

Y, mejor aún, estaba siendo escuchado.

Puse a un lado las lucecitas y la pega y me asomé a la televisión para corroborar que estaba leyendo el discurso.

Si. Sin duda, estaba leyendo. Rarísimo.

Y estaba elegantìsimo en un traje que, si no es de Scutaro, es innegablemente de altìsima factura.

Como digo, me tomó totalmente con la guardia baja y algunas partes del discurso, si bien no me gustaron, tampoco me disgustaron. Extrañamente, tuvo una cierta capacidad de sìntesis (supongo que obligada) y algunas de las cosas que leyó tuvieron mucho sentido para mi.

Casi parecìa que sabía de impacto ambiental, de cambio climático, de capa de ozono, de metas del milenio...

Cifras, datos, estadìsticas...7 por ciento de los habitantes del planeta producen 50 pr ciento de las emisiones de gases...50 por ciento de los habitantes del mismo planeta producen apenas 7 por ciento de esas mismas emisiones de gases...

Wao!

Volví a tomar el fieltro azul lleno de nubecitas y estrellas en mis manos y de repente comprendí.

Un fogonazo de sabidurìa popular me hizo despertar del embobamiento mediático del líder de la Revolución y recordé aquello que, insistentemente, me decìa mi Tía Nena refiriéndose a uno de mis tìos más malandros: "ése, ése es luz para la calle y oscuridad para la casa!"

Y entendì todo.

Con traje de firma, corbata roja y estampa impecable; con un discurso corto, leìdo y enfocado en un sòlo tema; sin gritos destemplados en contra de nadie y sin el ceño fruncido y tiránico de sus ademanes militares, ese no es el Presidente que conozco.

El de Copenhagen es un Presidente que sabe de cambio climàtico, que se preocupa por el ambiente, que tiene su casa en orden y que tiene todo el derecho de ir a reclamarle a los paìses ricos sus abusos en contra de los paìses pobres.

El de Copenhagen es un Presidente hasta creyente que menciona la cita bíblica del camello y el ojo de la aguja y el rico que no podrà jamás entrar al Reino de los Cielos

Si yo fuese uno de esos alemanes o daneses que han sido detenidos por la policìa a las afueras de la reuniòn mundial por el cambio climático estarìa absolutamente deslumbrada por esa luz potentìsima que acusa al capitalismo de destruir al planeta. Le creerìa cuando hace suya aquella consigna de "no cambiemos el clima, cambiemos el sistema".

Pero he allì el problema, precisamente allì: soy venezolanìsima. Habito en este magnìfico paìs y sé que apenas traspasa el umbral de la puerta de casa, el Comandante lo que aporta es "oscuridad para la casa". Literalmente, además. (Imposible, por cierto, no pensar que resulta casi cìnica la mención en ese comedido discurso del deslave del Avila y la tragedia de Vargas justo cuando, a 10 años, no se ha implementado ningùn plan que evite un nuevo desastre).

Pero en aras de la conciliación se me ocurre que tengo la soluciòn para el problema.

Es tan sencillo que casi me asombra no haberlo pensado antes.

Si es un asunto de "luz para la calle y oscuridad para la casa" lo ùnico que tenemos que hacer es no dejarlo entrar a la casa. Punto.

Asì no muta hacia la oscuridad.

O sea, la verdad es que a mi el Presidente que dió ese semipulido discurso desde Copenhagen me gusta más, me parece que ese señor podrìa hasta hacerlo bien ....desde luego me convence màs que ese militar gritòn vestido de rojo que pide café y le da òrdenes a un montón de franelas rojas que aplauden y se ríen de cualquier babiecada.

Seguro habrà quién analice muy brillante y exhaustivamente el discurso de Copenhagen. Lo leerè.

Lo ùnico que sé es que casi se me cayó el cielo del nacimiento encima cuando el Comandante de Copenhagen comenzó a parafrasear aquello de "si la naturaleza se opone lucharemos contra ella"..y es que me aterró el contrasentido, pero, peor aún, me trajo malos recuerdos de cuando la pronunció por aquellos dias de deslave.


El nacimiento? Tendrà que esperar a que esté de humor para la cuarta fase. Primero debo recuperarme de los efectos que dejò en mi ese Manual del Cinismo leìdo por el otro Presidente desde Copenhagen.

domingo, 13 de diciembre de 2009

ESE DEMENTE QUE TENGO ENFRENTE

Por primera vez en bastante tiempo estoy TOTALMENTE de acuerdo con una decisiòn gubernamental. El Gobierno Revolucionario de la República Bolivariana de Venezuela tiene razón: Franklin Brito está loco!

No sé si estaba loco antes de comenzar su huelga de hambre hace más de 5 meses. La verdad, no lo sé. Me perdí el comienzo de esta historia. La primera vez que lo vi en televisiòn pensé que era un hare krishna. Parecía estar sentado en posiciòn de flor de loto con el torso desnudo. Tenía una mirada de iluminado que asustaba y no paraba de hablar de un montòn de temas técnicos y jurìdicos que no logré entender. Allì atisbé un asomo de insanìa mental. El que se asoma imponente cuando alguien està tan determinado a lograr un objetivo que ya no tiene nada que perder: El punto de no retorno.

Aún así, creo que no fue en todos esos meses cuando enloqueció, ni siquiera cuando le arrebataron sus tierras con toda la tradición legal y la titularidad que se remonta al siglo XIX o cuando su condición fisiológica se deterioró a niveles tan preocupantes que el INTI, a riesgo de que se diese en el paìs la primera muerte por huelga de hambre, se desperezó y se apuró a hacer promesas de medianoche de devolverle su patrimonio.

No.

Creo que Franklin Brito enloqueció cuando, tal vez por un microsegundo, se dignó a creer en la promesa de Cilia Flores y del INTI. Allí si perdió la cordura por completo -así fuera por un brevìsimo instante-. La recobró casi de inmediato cuando, tras leer el comunicado de prensa, sin valor legal alguno, se enteró de que el INTI no pensaba honrar su palabra de restituirle sus bienes.

Pero ya el daño estaba hecho, Brito había perdido la sanidad mental y eso demostró que es candidato perfecto para un estudio psiquiátrico en el Hospital Militar pues nadie, en su sano juicio, pone en riesgo su salud y la imagen de todo un gobierno socialista, a las puertas de la OEA, pensando que tiene ese derecho.

Còmo, si no, podrìa explicarse, no la temeraria testarudez de no ingerir alimentos, ni sueros, ni agua, sino su osadìa, rayana en la locura, de creer que tenìa derecho a ejercer su soberanìa personal en ejercicio de sus derechos humanos, civiles y polìticos.

Asì que, si, es razonable, ético y justificable llevarse a Franklin Brito en una camilla de manera violenta y llevarlo a revisión psiquiátrica para que ya su testaruda soberanía personal no pueda, por ley, seguir rehusándose a recibir tratamiento mèdico y alimentos.

El Gobierno Revolucionario de la Repùblica Bolivariana de Venezuela tiene razón: pretender ejercer el derecho a la soberanía personal, a la protesta contra el atropello, a cualquier tipo de reivindicación, es una verdadera locura. No es tolerable.

Lo que no sabía Franklin Brito era que le estaba abriendo al gobierno la posibilidad de hacer su aporte a la Psiquiatria, tal como, en su momento, lo han hecho los regìmenes chinos, soviéticos o alemanes, por decir algo. En una entrevista realizada a Natalia Gorbanevskaya, fundadora y editora jefe de la publicaciòn clandestina Chronicle of Current Events, quien pasò encerrada en el Hospital Mental Especializado de Kazàn de 1969 a 1972, Anna Politkovskaya registra: "Ya tenìan decidido diagnosticarme esquizofrenia. Habìan recibido òrdenes del KGB de enviarme a un hospital psiquiàtrico especializado para someterme a tratamiento obligatorio....Los psiquiatras opinaban que tener mis propias ideas, en vez de basarme en otras ajenas, significaba que debìa ser declarada loca". Politkovskaya asegura en "La rusia de Putin" que èste fue uno de los primeros casos de "represiòn psiquiàtrica" contra disidentes del règimen soviètico.

A lo mejor Franklin Brito tendrà tambièn ese dudoso honor. El honor de abrirle los ojos al gobierno ante el camino a seguir: todo aquel que diga que hay corrupciòn en la èlite bolivariana, que hay màs de un sicariato diario en Venezuela, que PDVSA tiene màs accidentes industriales que nunca o que no le gusta la fisonomìa del Comandante y se le ocurra gritar con fastidio: "ya no soporto ese demente que tengo enfrente!" està innegablemente LOCO!

Que empiecen a construir los psiquiàtricos, entonces, porque lo que viene es delirio colectiva y total!