Seis euros en el bolsillo, doce anos y una guerra que abandonar.
A Karim lo encontraron a punto de abordar un tren en Torino. Jovencisimo. Aterrorizado. "En casa no tengo a nadie. Mi familia està muerta".
No es el primero, ni serà el ùltimo. Ninos que huyen de la guerra, de cualquier guerra. Desplazados de su infancia, abandonados a una suerte incierta. "Aqui estoy de paso. Quiero llegar a Inglaterra. Ninguno me espera pero me las arreglaré. Me han dicho que en Londres hay muchos afghanos"
Karim llegò desde Grecia en un camiòn y en la parada de Limone Piamonte lo detectò la policia de fronteras a punto de abordar el tren Torino-Bologna. Le dieron de beber, de comer y quizàs ahora lo acojan en Italia. Una Italia que con Karim se muestra compasiva pero que, "con la faccia feroce", se niega tercamente a aceptar las diferencias. Una Italia que, por ejemplo, rechaza una ley a favor de la comunidad gay despenalizando, de facto, los ataques homofòbicos que, apenas el lunes en la noche, dejaron desangràndose a dos chicos en Roma. Culpables de ser gay, de ser diferentes. Violencia homofòbica cotidiana y, aùn asi, una Italia que es mucho mejor que el horror dejado en casa.
A Karim lo encontraron a punto de abordar un tren en Torino. Jovencisimo. Aterrorizado. "En casa no tengo a nadie. Mi familia està muerta".
No es el primero, ni serà el ùltimo. Ninos que huyen de la guerra, de cualquier guerra. Desplazados de su infancia, abandonados a una suerte incierta. "Aqui estoy de paso. Quiero llegar a Inglaterra. Ninguno me espera pero me las arreglaré. Me han dicho que en Londres hay muchos afghanos"
Karim llegò desde Grecia en un camiòn y en la parada de Limone Piamonte lo detectò la policia de fronteras a punto de abordar el tren Torino-Bologna. Le dieron de beber, de comer y quizàs ahora lo acojan en Italia. Una Italia que con Karim se muestra compasiva pero que, "con la faccia feroce", se niega tercamente a aceptar las diferencias. Una Italia que, por ejemplo, rechaza una ley a favor de la comunidad gay despenalizando, de facto, los ataques homofòbicos que, apenas el lunes en la noche, dejaron desangràndose a dos chicos en Roma. Culpables de ser gay, de ser diferentes. Violencia homofòbica cotidiana y, aùn asi, una Italia que es mucho mejor que el horror dejado en casa.
Y mientras Karim se armaba de valor para abandonar todos sus territorios conocidos, mientras se llenaba de coraje para abordar un tren y dejarlo todo, Barack Obama,- que enviò ya un refuerzo de 13 mil soldados a Afghanistàn como revelò el Washington Post hace algunos dias-, recibia el Premio Nobel de la Paz.
Supongo que Karim ni siquiera se enterò.
Supongo que Karim ni siquiera se enterò.