Me encantan esas historias en las cuales una persona asume una falsa identidad. O la identidad de otro. Marina Baura en La Usurpadora em enseñò cuàn divertido puede ser jugar a ser otro. Asi que toda la idea de ataviarme con las maneras, los atuendos y los valores de otro francamente me fascina.
Por ende, esta mañana cuando escuché en la radio la historia de un falso carabiniero recién capturado, no pude menos que sentir una cierta complicidad y admiraciòn por aquel hombre con dos mujeres que para poder mantener esa doble vida amorosa usaba una identidad de falso uniformado.
Lo mejor de todo fue lo que, con tono divertido, comentaba el locutor: él no ponia su foto en el carnet de carabiniero sino la de un actor famoso de los 70's. El hombre sacaba el carnet y aseguraba irse en misiòn por varios dias. Me preguntò si la esposa, simplemente, habia optado por hacerse la tonta y amaba a su mitomano infiel sin mayores conflictos.
En ese caso, los carabinieri reales le robaron su historia de amor. Le estropearon su fachada de mujer estupida que cree que la foto de un actor famoso, aunque sea de lejos, es la cara de su marido, ese mismo hombre con el cual se despierta todos los dias. Ahora el hombre sabe que ella sabe.
Ni que decir de la amante, que le seguia el juego amorosa cuando "il carabiniero" queria jugar a Mission Imposible y se disfrazaba de espia pero no llegaba ni a Superagente 86.
Apuesto que, si los carabinieri estuviesen comandados por una mujer, esta hubiese sido lo suficientemente sensible como para dejarle al pobre hombre su carnet. Solamente por solidaridad con aquellas dos mujeres. Sabiendo todo lo que las mujeres hacemos por ellos.
Sin ànimo de entrar en esa postura sexista y reduccionista de la guerra de los gèneros debo decir que, a veces, los hombres saben muy poco sobre la mente femenina...
Y, ademàs, es, ciertamente, muy dificil distinguir entre policias y ladrones.
Si tuviese alguna influencia en el caso pediria que le devuelvan su carnet de carabiniero a aquel hombre y lo dejen jugar en paz.
Lo pediria, sobre todo, por mis dos colegas de género :) a quienes la vida amorosa y sexual se les acaba de ir francamente a pique.
viernes, 28 de agosto de 2009
miércoles, 12 de agosto de 2009
MOMENTOS DE MISA ESLOVENA
El domingo pasado era San Lorenzo en Brestovica. Patrón del "paese". Misa, procesión y fiesta.
En un afán por comprender lo que me rodea me fui a la misa. La iglesia es pequeña. Sencilla. Fue restaurada hace un año. Al fondo San Lorenzo presidía el retablo y las señoras del pueblo se habían puesto sus galas para participar en el ritual.
Una vez en la misa, en medio de un calor que hasta un caribeño resiente, observo a la señora que se ha pintado el cabello de rosa (nunca falta) y la otra viejecita con pañuelo de flores que suda copiosamente o la vecina, la Señora María, que analiza todo con sus pequeñisimos, pero inquisidores, ojos de pájaro. Hay un bebè que asemeja un querubin, està inquieto, y los hombres no lucen demasiado interesados.
Comienza el sermòn a cargo de un fray ex-drogadicto que se sabia todos los santos de cada dia del año ya a los cuatro años.
Obviamente, no entiendo nada. Niente. Rien. Not a thing.
Asi que me concentro en sus inflexiones, en su sonrisa, en sus manos y en la sotana que, de un rojo intenso, pareciera tener una hoz y un martillo como me ha susurrado alguien al oido.
Es demasiado absurda y demasiado divertida la situación. Casi me da un ataque de risa. Me muerdo los labios y enfoco mi atención en las reacciones de la feligresía.
Nada.
Nadie es bondadoso al punto de brindarme alguna clave de por donde va la misa, de donde esta el Padre Nuestro. Ni siquiera reconozco el amén.
Y empieza el coro.
Un grupo de señoras muy entusiastas que, al mando de un señor de faz muy sonrosada, comienzan a aullar lo que supongo ha de ser una canción religiosa. La iglesia se demasiado pequeña y el estruendo es de decibeles IN-SO-POR-TA-BLES. No dejo de pensar que si Simon Cowell (el de American Idol) estuviese acá hubiese corrido despavorido.
Me muerdo los labios de nuevo. Ahi viene la risa. No puedo.
No dejo de recordar la escena de una película cuyo nombre se me escapa donde un coro griego divertidísimo enfatiza todas las situaciones por venir..
Veo al sagrado Corazón de Jesús y comienzo a dialogar (mentalmente, claro) con él y en un punto le pregunto: "Supongo que no esperarás que te hable en esloveno. Supongo que hablas español. O no?" No me responde y me queda la duda: será que Jesús en Rusia habla ruso y en China habla chino y...Dios...estoy desvariando totalmente. Ese es el efecto que me hace la misa en esloveno.
Cuando comienza la fila para acercarse al altar, pienso que van a tomar la ostia y recibir la bendición. La comunión, pues. No. Craso error. Es la cola para que, aquellos que pueden, den sus donaciones al Santo.
En ese momento decido que ni siquiera los puntos claves y repetitivos del ritual me salvarán de esta incomprensión absoluta. Me siento como una mezcla de un personaje de Woody Allen y de Mr. Bean y decido salir.
Aire.
Y es que hay períodos asì.
Momentos de misa eslovena.
Momentos en los que no entiendo nada en mi vida.
Y, por más que hago el esfuerzo, no logro salir del aturdimiento.
Teóricamente, uno sólo debe dejarse fluir y escuchar al corazón. Creo que el mío está un poco disfónico por estos días... supongo que podría aprender a rezar en esloveno.
Esperaré a ver si alguien me ofrece la ostia o buscaré algún pozo de agua bendita eslovena.
Amén.
En un afán por comprender lo que me rodea me fui a la misa. La iglesia es pequeña. Sencilla. Fue restaurada hace un año. Al fondo San Lorenzo presidía el retablo y las señoras del pueblo se habían puesto sus galas para participar en el ritual.
Una vez en la misa, en medio de un calor que hasta un caribeño resiente, observo a la señora que se ha pintado el cabello de rosa (nunca falta) y la otra viejecita con pañuelo de flores que suda copiosamente o la vecina, la Señora María, que analiza todo con sus pequeñisimos, pero inquisidores, ojos de pájaro. Hay un bebè que asemeja un querubin, està inquieto, y los hombres no lucen demasiado interesados.
Comienza el sermòn a cargo de un fray ex-drogadicto que se sabia todos los santos de cada dia del año ya a los cuatro años.
Obviamente, no entiendo nada. Niente. Rien. Not a thing.
Asi que me concentro en sus inflexiones, en su sonrisa, en sus manos y en la sotana que, de un rojo intenso, pareciera tener una hoz y un martillo como me ha susurrado alguien al oido.
Es demasiado absurda y demasiado divertida la situación. Casi me da un ataque de risa. Me muerdo los labios y enfoco mi atención en las reacciones de la feligresía.
Nada.
Nadie es bondadoso al punto de brindarme alguna clave de por donde va la misa, de donde esta el Padre Nuestro. Ni siquiera reconozco el amén.
Y empieza el coro.
Un grupo de señoras muy entusiastas que, al mando de un señor de faz muy sonrosada, comienzan a aullar lo que supongo ha de ser una canción religiosa. La iglesia se demasiado pequeña y el estruendo es de decibeles IN-SO-POR-TA-BLES. No dejo de pensar que si Simon Cowell (el de American Idol) estuviese acá hubiese corrido despavorido.
Me muerdo los labios de nuevo. Ahi viene la risa. No puedo.
No dejo de recordar la escena de una película cuyo nombre se me escapa donde un coro griego divertidísimo enfatiza todas las situaciones por venir..
Veo al sagrado Corazón de Jesús y comienzo a dialogar (mentalmente, claro) con él y en un punto le pregunto: "Supongo que no esperarás que te hable en esloveno. Supongo que hablas español. O no?" No me responde y me queda la duda: será que Jesús en Rusia habla ruso y en China habla chino y...Dios...estoy desvariando totalmente. Ese es el efecto que me hace la misa en esloveno.
Cuando comienza la fila para acercarse al altar, pienso que van a tomar la ostia y recibir la bendición. La comunión, pues. No. Craso error. Es la cola para que, aquellos que pueden, den sus donaciones al Santo.
En ese momento decido que ni siquiera los puntos claves y repetitivos del ritual me salvarán de esta incomprensión absoluta. Me siento como una mezcla de un personaje de Woody Allen y de Mr. Bean y decido salir.
Aire.
Y es que hay períodos asì.
Momentos de misa eslovena.
Momentos en los que no entiendo nada en mi vida.
Y, por más que hago el esfuerzo, no logro salir del aturdimiento.
Teóricamente, uno sólo debe dejarse fluir y escuchar al corazón. Creo que el mío está un poco disfónico por estos días... supongo que podría aprender a rezar en esloveno.
Esperaré a ver si alguien me ofrece la ostia o buscaré algún pozo de agua bendita eslovena.
Amén.
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