"¡Esta noche va a ser pura represión!" lo dice un hombre joven, quizás 30 años, cuando paso a su lado. Todos observan a unos 7 muchachos encapuchados que lanzan piedras en contra de un edificio público. El primer piso está ya incendiándose cuando llego a la Av. Francisco de Miranda cerca de las 5 de la tarde. Me acerco a uno de los chicos, uno que está cubierto con una franela azul celeste y que ve todo desde la cerca que divide la avenida. "¿Qué pasó? Por qué están haciendo esto?" Me responde un poco asustado: "Se llevaron a nuestros compañeros y los tienen allí adentro". Antes uno de los más agresivos gritaba mientras golpeaba con furia la puerta metalizada: "Tienen 10 minutos para entregarnoslos".
La gente, a distancia prudencial , los observa y los graba con los celulares. Muchos critican, se espantan. Otros apoyan. Otros sólo curiosean. Al anuncio de la llegada de la GNB la gente corre. Siempre hay uno que susurra: "no corran". La mayoría lo ignora. El tráfico en la ciudad hace más de dos horas que no se mueve. Son días de caos, días de gas, días aciagos y noches de allanamientos, noches de cazar ballenas, noches de represión.
He tenido que dar toda la vuelta pues, sin darme cuenta, quedé atrapada en el gas. Cuando voy de Conatel, en Las Mercedes, hacia Chacao la gente va con el ceño fruncido, caminando sin saber bien cómo llegar a su casa, mordiéndose la angustia. Cada vez es más difícil hacerse el loco. Cada vez es más difícil pretender que todo está normal. Creo que tiene razón aquel hombre. A juzgar por la atmósfera que se respira en la ciudad esta será otra noche larga, oscura. De uniforme y abuso.
Fui con desgana al acto de María Corina Machado en la Plaza Brión. Llegué alrededor de las 12 y 36 del mediodía. Lo primero que escucho es a un grupo de muchachos que corea:
"Urgente, urgente
Se busca Presidente
Que no tenga bigote
y que sea inteligente"
No había escuchado esa consigna así que el grupo se gana mi atención. Son estudiantes con lo que parecieran ser sus madres o tías. Mujeres en sus cuarenta con gorras tricolor, banderas, cruces por los caídos y mucho entusiasmo.
La concentración de hoy es para respaldar a la Diputada María Corina Machado que ha perdido su investidura parlamentaria gracias a una decisión express del Tribunal Supremo de Justicia. No cabe duda de que los organismos e instituciones oficiales funcionan rápido y eficientemente. A veces.
Hace un calor sofocante. La concentración se ve pobre. Hay muchos señores y señoras, pero sobre todo estudiantes. Cerca del ajedrez de la PLaza Brión veo a un señor delgado, moreno claro, de mirada incisiva con un papagallo. Lo he visto ya en muchas protestas. Le he tomado fotos. Me acerco. Me cuenta que es de La Candelaria, que es difícil manifestar allá, claro. Que se reúnen los domingos. Que él pone el mensaje en su papagallo y convoca. Es un líder nato con mirada de pájaro. Cuando le pido su teléfono para hacerle una futura entrevista me regaña:
Lo admito, -si, soy tímida.
Me da su número y le digo que lo llamaré una de estas noches.
-Pero no después de las nueve.
-Por supuesto, no se preocupe. ¿Se va a acordar de ni nombre?
-Claro. Orfeo Negro. Y sonríe.
El primer orador es Juan Quintana de la Universidad Alejandro de Humboldt. Su discurso es breve y conciso. Dice: "La libertad nunca ha representado un costo bajo. Siempre ha representado un costo alto y creo que todos los que estamos aqui estamos dispuestos a asumirlo". Respira un poco y me distraigo mirando alrededor. Mucha gente joven. Continua: "Si logramos mantenernos firmes, veremos resultados" Ya para cerrar con voz casi cansada y con un dejo de desasosiego pide: "De corazón: como estudiante, no nos dejen solos en esta lucha".
Uno de los estudiantes que hace las veces de animador-moderador-maestro de ceremonias toma la palabra y habla de ir a la Asamblea Nacional. La audiencia se muestra poco dispuesta. No hay respuesta entusiasta. Le toca el turno a Gaby Arellano, líder estudiantil de la Universidad de Los Andes. El monstruo perezoso de esta audiencia que se calcina bajo el sol caribe de mediodía se despierta y rompe en aplausos y vivas. Arellano tiene el verbo encendido y un poco épico. Arranca con vehemencia denunciando que la Asamblea Nacional está siendo custodiada por 37 tanquetas. Ella acaba de pasar por allá en moto y vio una masa enorme de GNB y de SEBIN protegiendo el Parlamento. Asegura que el mensaje es muy contundente: el gobierno tiene miedo. "Vamos ganando" concluye. "lo que nació como una petición de seguridad se convierte en una exigencia hoy de cambio político". El público la ama.
El clima empieza a cambiar lentamente y el cielo se nubla. A la 1 y pocos minutos de la tarde Arellano anuncia que ha llegado María Corina Machado acompañada de Antonio Ledezma, Richard Blanco, Freddy Guevara, Cipriano Heredia entre otros diputados de la oposición venezolana. Arellano resume lo que para muchos es cierto "María Corina se ha convertido en un símbolo de resistencia y de admiración" Pienso que hay tantos símbolos en esta ciudad, en este país, que a veces uno se pierde tratando de descifrar los mensajes de la política nacional. Hay algunos laberintos semánticos e ideológicos. Con el gas de los últimos días es difícil prever hacia donde irá este navío que llamamos Venezuela.
Arellano continúa animando a la audiencia y reitera. "Sin miedo, Nicolás, con vehemencia y claridad, te decimos: No tienes suficientes balas, no tienes suficientes cárceles para callar a este pueblo que perdió el miedo". Y concluye: "Porque eso es simplemente lo que está pasando que se han quedado -el gobierno- sin pueblo, porque el pueblo está en la calle. Convirtamos el miedo en coraje".
María Corina se reserva para cuando la audiencia esté bien animada. Cede el turno a Freddy Guevara, a Richard Blanco, a una rubia cuyo nombre no alcanzo a escuchar. Guevara arranca arriba: "Vamos a conquistar la libertad. La Historia nos dice que ya llegó nuestro momento" Luego de esta declaración casi heroica pasa a explicar que, por primera vez, las encuestas comienzan a admitir que el gobierno revolucionario tiene rechazo y que eso habla de la oportunidad de retornar a la Democracia.. Blanco, cuando toma el micrófono es mucho más sencillo, menos épico: "Aqui están nuestros electores. Así que Diosdado Cabello, calate a María Corina Machado como Diputada de la Asamblea Nacional". Luego vendría la rubia con un discurso de tono religioso. Dice que "Venezuela estaba muerta y ha resucitado". Me distraigo y comienzo a hacer fotos, a conversar con la gente, a seguir a los chicos de los estenciles, a pedir teléfonos para futuras entrevistas. Sin darme cuenta, María Corina ha hablado y no me he percatado.
Estaba muy ocupada conversando con Miguel, un buhonero de 42 años, que vive en un barrio de Valencia y que me ha mostrado uno de los stenciles pintados en la pared que yo no había visto. Vende gorras negras de "el que se cansa pierde". Arranca diciendome: "¡Cómo han destrozado este país! Yo me acuerdo que cuando el dólar estaba a 4,30 el que tenía 100 bolívares era millonario. Y podías hacer negocios. Ahora, no". Le pido que me deje hacerle un retrato y posa muy serio. Casi solemne. Le digo que se relaje pero no lo logra. Miguel ha perdido algunos dientes pero, pese a ello,, tiene una sonrisa simpática, cálida. Me cuenta que su mujer esá embarazada. De dos meses. Por su rostro pasa un vestigio de preocupación. Le pregunto si sabe si va a ser niña o niño. Me cuenta que el próximo mes, cuando vean el ecosonograma. Se agacha hasta las gorras y las banderas y me regala una banderita de esas que tienen un palo de metal blanco. Trato de rechazarla, pues es su mercancía. Se niega. "Gracias, Miguel, mucha suerte, que ese muchacho venga con el pan debajo del brazo" me despido. Miguel está asustado. Lo oculta, pero le preocupa ese bebé que está por venir. Es su primer hijo. Nacerá en Valencia.
Cerca de la 1 y media de la tarde me topo con Efraín. Tampoco tiene muchos dientes. Tiene ojos azules y cabello blanco cubierto por una gorra negra. Lleva una pancarta pequeña que apenas se lee. Es del Valle. "De Los Jardines del Valle. De la Calle 70". Nos enfrascamos en una conversación larga. Me cuenta que los guardias y policías le compran drogas a los jíbaros de la Calle 14. Cuando los agarran por error sólo dicen: "dale curso, dale curso". O sea, suéltalo. La conversación toma un tono un tanto delirante cuando Efraín me asegura que estuvo en las Fuerzas Armadas con Hugo Chávez aunque no pronuncia su nombre. "Mi problema con el Comandante es personal. Porque yo nunca quise unirme a su movimiento MBR 200. Nos decían que con él los militares ibamos a estar en la buena. Pero yo no quise". Llegó hasta el grado de Sargento Segundo y se retiró. Ahora es albañil pero "no hay cemento así que no hay mucho trabajo" Pero me asegura que tiene pensión: "Pero no porque ellos me la dieron. Porque yo me la compré y ellos me están pagando intereses." Le digo que debe ser difícil hacer oposición en El Valle. Me responde veloz: "Si. A mi los malandros me dicen: Efraín, a ti nadie te ha matado porque no eres sapo."Le aseguro que lo llamaré para una conversación futura.
La concentración empieza a disolverse. Escucho a María Corina despedirse en el fondo. Decido que iré a hacer una diligencia en el banco. Son las 2 y veinte. Camino hacia el Banesco de la principal de Las Mercedes. Tomo el número 898. Espero 15 minutos y me atienden. Me devuelven unos papeles y salgo del banco. Cuando empiezo a caminar hacia El Rosal, a la altura del Bicentenario, descubro que la GNB ha empezado a reprimir a los manifestantes. Es mucha gente que, a paso vigoroso, busca escapar de las bombas lacrimógenas.
Mi primera reacción es escabullirme por la parte de atrás. Huir. Pregunto qué pasó. Me dicen que algunos querían acompañar a María Corina a la Asamblea y que los GNB tenían órdenes de no dejar pasar a nadie. A la altura del CVA se arma la barricada. Segunda reacción: "Sin piedad", me digo. Y saco la cámara. No hay manera de irse así que haré algunos retratos. Gas, gas, gas. Maalox. Cada cierto tiempo alguien grita: "¡Médico!" Y un chico flaquísimo, de andar nervioso, con un uniforme azul turquesa y una máscara antigás, acude a auxiliarlo. Al primero le han lanzado un objeto contundente a la cabeza. sangra. El segundo vomita por los gases. El tercero se está asfixiando. A todos los atiende M. -cuyo nombre resguardo- que lleva 2 meses asistiendo a los heridos en las protestas y que es estudiante de la UCV.
Hay madres, novias, amigas, hombres adultos y muchachos tan jóvenes que parecen de bachillerato. Y, por supuesto, los universitarios. Con sus máscaras de todos los estilos y con guantes, franelas, capuchas. Alguien me pide que explique, -cuando escriba-, que los estudiantes se colocan máscaras, capuchas, franelas o máscaras de Anonymous, pues la GNB los graba en video y después rastrea su paradero para agredirlos. A mi me parece obvio, pero quizás no lo sea tanto. El muchacho que hace la observación asegura que el gobierno critica la máscara, la capucha, arguyendo que son delincuentes cuando en realidad es un mecanismo de defensa para librarse de la persecución política de los organismos de inteligencia. Pienso que mal puede este gobierno criticar la capucha. En los 80 y 90 muchos miembros de la élite revolucionaria hicieron de los jueves de la UCV un ritual tirapiedra.
Gas de nuevo. Lluvia de gases. Busco aire. No tengo máscara. Ni siquiera un pañuelo. Salí con desgana en la mañana y horas despues estoy tras la barricada. Alguien me da Maalox. Otra vinagre. Este gas es realmente agresivo. Cáustico. Camino hacia la Estación de servicio. Por más de hora y media subo y bajo la avenida dependiendo de la intensidad de los gases. Hago fotos. Me resguardo. Cerca de las 3 y media de la tarde se oye el rumor: "los colectivos, vienen los colectivos." Alguien vio las motos y entró en pánico. O ¿será verdad?
No me quedo a comprobarlo. Bajo hasta Bancaribe y me resguardo detrás de un muro de piedra. Me siento allí y saco la cámara. Pienso que si de verdad vienen los colectivos, allí no me verán y podré tomarles fotos. Me quedo allí unos minutos. Luego decido seguir bajando. Llego hasta la Plaza de la Resistencia, antigua Plaza Sadel. Hago algunas fotos y decido que si no puedo subir, pues la nube de gases es irrespirable y, además, no hay paso, bajaré hasta el CCCT y de allí subiré hasta Chacao. Camino, camino, camino. Viene mucha gente caminando también pero hacia el lugar de la refriega. A un muchacho muy joven le advierto que no hay paso. Me lo agradece con dulzura, pero duda.
Cuando voy pasando por Conatel encuentro una señora que va hablando sola pero con un tono de voz muy alto. Le pregunto: pero, no entiendo señora, ¿está de acuerdo con Cuba o no? Me responde: "totalmente en desacuerdo". Me da una larga explicación acerca de sus dos diplomados y de su especialización en redes. Me explica que trabaja en libre ejercicio. Y mezcla su discurso con revelaciones divinas. Sin embargo, me dice algo muy cuerdo en referencia a la élite revolucionaria; "Se enfermaron. Los enfermó el poder. El dinero los gobierna, el poder los gobierna. No los gobierna la humildad. ¿Tú vas a pedir paz con un discurso de violencia?" Me despido y le deseo suerte.
Camino hacia Chacao. Me encuentro el incendio. Oigo a aquel hombre: "¡esta noche va a ser pura represión!" Cacería de estudiantes que cazan ballenas.