Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límites. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad la que nos asusta. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso, fabuloso?
Cuando, de hecho, la pregunta que debemos hacernos es: ¿quien soy yo para NO serlo?
Eres un ser divino. Empequeñecerte no le hace ningún bien al mundo. No hay nada iluminado acerca de encogerse para que los otros no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar como lo hacen los niños. Nacimos para manifestar la Gloria de Dios dentro de cada uno de nosotros. No está sólo en algunos de nosotros. Está en todos y cada uno de nosotros sin excepción.
Y en la medida que dejamos que nuestra luz interior brille inconscientemente damos permiso a los otros a hacer exactamente lo mismo: Brillar. Al liberarnos de nuestros propios temores, liberamos automáticamente a los demás. (Versión libre del texto de M.Williamson)
Es como cuando eres el primero en saltar a la pista de baile o el primero en hacer tu bailecito loco sin preocuparte por lo que piense el resto. El resto se sumará.
Entonces, no sólo tenemos la capacidad para brillar y la libertad para hacerlo. Debemos hacerlo si queremos tener la gracia de ver a otros brillar... En la medida que empujamos los límites, los internos y los impuestos desde fuera, ampliamos las posibilidades de aquellos que vienen detrás...Vale la pena, no?