Me imagino a Luis tomando fotos en Washington, a Magda haciendo yoga en Madrid, a Aaron con su cámara en Kenya, a Ceci bajo el manto de La Chinita o a Juan Vicente cruzando a nado el Orìnoco...
Y pienso que, después de todo, no me gusta tanto el cambio y la transformación...quisiera volver a la época en que estaban todos aqui, al status quo. Y es que esta Revolución ha sido como una centrífuga de los afectos que han salido disparados a todas partes del globo y los amigos que antes me acompañaban ya no están aquí.
Por supuesto que a otros simplemente se los llevó el tiempo o los desencuentros. Pero no por ello su ausencia duele menos. Ya sé que es irreal y hasta infantil, pero no me gusta desprenderme de los afectos. No me gustan las bifurcaciones de caminos. Cuando alguien verdaderamente me importa, quisiera caminar junto a él y poder contar las estrellas ad infinitum.
Y no me sirve de consuelo alguno aquello de los reencuentros.
Y la cosa se pone peor cuando pienso en aquellos que se evaporaron sin siquiera una explicación. Afectos a los que simplemente les perdí la pista y no puedo recuperar aunque quiera. Afectos que entraron a mi vida sin pedirlos ni convocarlos y que, sin embargo, dejaron un vacío profundo al marcharse. Un agujero en el alma.
Pero también es verdad que la red me ha traído de vuelta algunos de esos amigos que creí perdidos para siempre. Depositarios de memorias y momentos específicos de mi vida con los que ahora construyo de nuevo el cariño. Mariate, Bea B, Bea U y Tricita, Sheila, Farah, Marìa Isabel...los Alejandros, Chispita...la lista es larga y la agradezco.
Pero aún así, en días como hoy, es como si despertase The Day After y fuese la única sobreviviente. Y no me gusta lo que encuentro. Porque en esta ciudad ya no camino con esos amigos que se fueron.
Y joder, ¡cuánto los echo de menos!
Por eso y mucho más que se me queda en la garganta, si sabes que estás en mi lista te digo: ¡Acuérdate de volver!
Y si no estás en la mía, seguro que estás en la de otro que, como yo, te echa de menos a rabiar y que sólo quiere, sólo pide que recuerdes el camino de regreso.