jueves, 17 de febrero de 2011

Cosas de niña

Hoy voy a soñar. En grande. Con los ojos y el corazòn bien abiertos. En grande.

Sin miedo y sin pudor. Sin restricciones.



Soñar que todo es posible.

Soñar que un bigote puede contener un universo y que la Luna bien puede ser de queso.

O que hay premios, tambièn para mi, a la vuelta de la esquina y que esta vida delirante y tranquila que llevo tiene todo el sentido que a pensar me atreva.

Que todos los niños son felices y que hay juguetes para todos ellos. Que la alegrìa es viral y no hay vacuna para ella.

Soñar, por ejemplo, que tengo un sombrero verde y bailo flamenco en una quinta de Altamira o que alguien me susurra al oido la frase perfecta.



Hoy voy a soñar de veras. Sin paracaídas. Sin red de seguridad. Sin casco.

Soñar que no hay amores imposibles ni inùtiles. Soñar que no hay amores muertos. Soñar que solo hay amor. Punto.

Y creer que el amor es tan poderoso, tan puro que atraviesa la galaxia en un relámpago eterno. Sin semáforos que lo detengan.

Soñar que soy inocente. Tan inocente como cualquiera.

O que soy una barbie recièn salida de la peluquerìa. Amnésica y feliz. Vacía. Cero política. Cero sociologìa.

Porque si es verdad, si es cierto lo que dicen y estàs solo donde tu corazòn se encuentra...¡què vacio està este cuerpo!



Creer, tambièn, -¿por què no?-, que la libertad no es una quimera.

Que no existen ni semàforos ni pasos de cebra, pero tampoco huelgas de hambre que matan a un paìs que se ha vuelto de telenovela.

Soñar suave pero feroz, como si fuese un arma de guerra.



Hoy no soy un ser imaginario. Hoy soy. Mujer. Niña. Individuo. Llave que abre todas las puertas.

Hoy voy a dejar libre a la niña que me habita. La verè correr por campos y praderas. Besar caballos y perseguir mariposas. Ensuciarse el vestido y echarse al sol. Matar a un cangrejo con una piedra. Gritar a todo pulmòn... llorar un poco.

Hoy no la tomarè de la mano para guiarla. Hoy la dejo libre para que sueñe.

Cosas de niña, claro.



Hoy quiero soñar en grande. De veras. Porque es el ùnico remedio.

Hoy voy a soñar, por Dios, porque es lo ùnico que me queda.