El presidente nunca llegó.
Nunca dió la cara por un caso que a todas luces era una injusticia flagrante.
El corazón duele de nuevo.
Tanto como el 11 de abril, tanto como todas las veces que el Presidente nos ha dejado esperando por justicia...
Franklin Brito muere como un símbolo del espíritu inquebrantable de quienes creemos en la justicia, como símbolo de los mejores hombres de un país, esos que se están yendo aceleradamente, dejándonos en las manos el testigo para un relevo que se percibe intenso y comprometido, una carrera en la que necesitamos contar con los mejores hombres, los espíritus más nobles de lado y lado.
El Presidente nunca llegó. También nosotros dejamos un poco solos a la familia Brito en su lucha contra fuerzas mucho más reales que aquellos molinos de viento.
Murió deteriorado tras una larga huelga de hambre..y hambre es la que nos deja, hambre de justicia y nobleza. Y hambre de reconciliación nacional, cuando se pueda.
Y hambre de hombres buenos, de héroes, por qué no?
Pero la luz de ese señor, que murió casi anciano y famélico en sus 49 años, queda intacta para iluminar al corazón de los venezolanos como nación.
Rezo porque logremos verla como un faro poderoso y aprovechemos su guía, porque por el alma de este hombre valiente ye irreductible no creo que haga demasiada falta que eleve oración alguna.